Empezar a desmontar la sensación de carencia y vivir
plenamente nuestra abundancia de recursos internos. Tratar de dejar de querer
obtener algo de afuera, que se nos dé, y empezar a entender todo lo que yo
puedo aportar.
Hemos de entender la interconexión; ver las profundas
relaciones que tenemos entre todos los seres, organismos, elementos. Dependemos
del aire, del Sol, del granjero, de los animales, de todos. Todos los recursos,
del mundo, son compartidos; son parte de este ciclo de interconexión. Pero
recientemente, tenemos esta necesidad de “guardar para mí”, nos cuesta soltar, aun
cuando el recurso es compartido, lo queremos sacar del ciclo y mantenerlo en
nuestra guarida. Pero, cuando algo sale del ciclo, cuando algo deja de tener
intercambio, deja de moverse, muere, se estanca, se pudre. Al cultivar la
mentalidad de posesión, estamos, voluntariamente, pudriéndonos, matando.
Es importante no pretender que la culpa es de una asociación
secreta que controla nuestro mundo, de un puñado de humanos que controlan la
riqueza. Todos somos parte de esta mentalidad de posesión, algunos lo hacen a
gran escala, otros no, pero todos fomentamos y mantenemos este sistema. Todos
esperamos poseer, extraer, tener. Y cuando pensamos en dar algo, esperamos una
recompensa. Así es la realidad que vivimos. Y todo el estancamiento de bienes,
podemos ver que no está en armonía con la naturaleza.
Esta mentalidad de poseer se conoce como codicia, avaricia,
nace del apego, de la ignorancia, y no es más que un estado mental que nos hace
sufrir; tengamos mucho o poco, queramos construir un trasnacional o comprar un gansito…
el sufrimiento es el mismo.
Una de las principales enseñanzas del buda, es la práctica
de la generosidad, que tiene como objetivo que entendamos que somos fuentes de
abundancia. No somos carentes, ni necesitamos desviar bienes y protegernos con
posesiones; podemos participar de manera generosa en estos ciclos de dar y
recibir, de interconexión.
A veces nos sentimos como si tuviéramos una enfermedad del
corazón que solo puede curarse con oro; yo no voy a poder estar bien si no
tengo esto, no podré ser feliz hasta conseguir lo otro… Es como decir “esta
cosa tiene el poder sobre mi felicidad”. Yo no tengo el poder sobre mi
felicidad, es este algo. Y no importa cuánto tenemos, existe esta impresión de
que no es suficiente, de que falta algo. Pero esto es algo subjetivo ¿Cuándo es
suficiente? Alguien alguna vez dijo “Suficiente, es un poco más de lo que
tengo”. La abundancia externa no determina
una abundancia interna.
Con la práctica de generosidad, buscamos saber qué tengo yo
para dar, qué puedo compartir con otros; nuestra mente deja de ser una mente
pobre, de carencia, que necesita poseer y entra en la abundancia, con la que
puede ofrecer.
Continuamente estamos enfocándonos en lo que nos falta; nos
recordamos “aún no tienes esto, no vas bien todavía”, es una mente muy
insatisfecha, jalada por el ritmo de vida actual, que nos hace creer que ese
huequito será llenado con el nuevo producto milagro; claro que antes ellos
crearon la sensación de carencia. Pero no basta con decir “la vida es así y hay
que acoplarse”; perdemos el poder el individuo al lanzarlo al sistema. El nivel
de consumo actual es insostenible; hace 50 años no había champús, pasta de
dientes. El crecimiento vertiginoso de la industria china surge por nuestro
consumo creciente de mamaditas desechables. ¿Cuánto realmente es suficiente?
¿Qué necesita, realmente, una persona para estar bien? ¿Acaso los grados
académicos, las publicaciones, los trofeos, lo viajes, definen el éxito? ¿Qué
es el éxito? De entrada, no podremos cambiar el sistema si no cambiamos nuestra
forma de relacionarnos con él, no es fácil, pero es posible. Cada vez, se
limita más el poder vivir fuera de él, personas que deciden no usar celular se
ven desplazadas, personas que deciden no usar productos de higiene se ven como
“sucias”… Cambiar nuestra mentalidad juiciosa, nuestro sistema apego-aversión
es el punto inicial para un cambio más prolífico. Seguimos extrayendo del
planeta, tan bondadoso, que nos da y da y da, y nosotros no le hemos devuelto
en mucho tiempo. Y no necesariamente debes ir a plantar un árbol o ir a golpear
cazadores de ballenas; conscientemente di “hoy no voy a desperdiciar agua” y
ofrece eso; “hoy no voy a comprar nada empacado” y ofrece eso, “hoy no voy a
comprar por internet”. Por un lado, por otro, cambiar la mentalidad de nuestra
creencia sobre “de donde surge la felicidad”, donde mora la felicidad
realmente. La práctica de generosidad nos hace ver que la generosidad es
gozosa; dar es felicidad, refuerza nuestra mentalidad de “yo sí tengo”.
La generosidad no se trata sólo de bienes materiales; dar
bienes materiales es de lo más fácil respecto a la generosidad, pero es solo
una de muchas formas de dar. ¿Qué podemos dar aparte de bienes? Acompañamiento,
amor, amistad, refugio, atención, sabiduría, tiempo, alegría… Parte de la práctica es ver qué otros
recursos, dentro de mi puedo dar. Esto, por sí mismo, es un proceso de sanación
que evita la mentalidad de carencia, de querer llenar con cosas; pues vemos
nuestra abundancia interna.
La sensación de carencia surge de un profundo sentimiento de
desconexión; estamos inmersos en los ciclos de interdependencia, pero cuando
nos alejamos de ellos, es doloroso, y buscamos reconectar, por medio de poseer.
Amoldamos nuestra carencia justo a la forma y tamaño de algo que lo puede
llenar, un objeto, una persona, un título, etc. El camino para conseguirlo no
es placentero, los planes, el estrés, el ahorro… Pero cuando por fin lo
tenemos, sentimos cierto grado de alivio a esta desconexión… pero es muy corto,
pronto nuestra carencia toma otra forma y vamos detrás de otro objeto.
El buda habló de tres formas de generosidad que exploraremos
otro día; generosidad de bienes materiales, generosidad de seguridad y
generosidad del dharma. Por ahora, basta con comenzar nuestra práctica
ofreciendo lo que sea que podamos, de forma consciente y abundante, no debe ser
mucho, pero es mejor si es seguido, varias veces. Puedes dar una moneda, un
regalo, puedes ofrecer una broma, una sonrisa, un mensaje personal, un
cumplido, el no decir algo negativo a aquella persona que me molesta. Puedes
decidir no comer carne un día, no matar a un insecto, qué gran acto de
generosidad “te ofrezco tu vida”. Todo lo que puedas ofrecer, hazlo con
abundancia y regocijo por el simple hecho de dar, de tener para dar. Vamos a ir
descubriendo recursos que tenemos para ofrecer. Hacerlo porque podemos, no para
mejorar nuestra imagen ante el otro o para recibir algo a cambio, hacerlo para
descubrir toda la abundancia de nuestro interior. Y podemos hacerlo porque
nuestra naturaleza es bondadosa; seamos generosos, al darlos la oportunidad de
fallar y desviarnos, pero saber que retomaremos el camino porque somos
bondadosos; dejar de creernos que somos malos, insuficientes, o que fallamos, y
simplemente dar y hacer cosas buenas, ser generosos con todo aquello que
poseemos. Y lo hacemos, para descubrir nuestra naturaleza abundante y bondadosa
y para servir a otros, para independizarlos y hacerles ver su propia
abundancia, como un efecto dominó.
La abundancia interna provoca abundancia externa; cosechamos
lo que sembramos. Si sembramos miseria, cosechamos miseria.
Como corolario, es importante que veamos la maravillosa
posición en la que estamos; el camino medio; tanto en el ciclo de existencias:
no estamos en uno de los reinos inferiores, como el de los infiernos o el de
los animales, que están sometidos a la voluntad del hombre; ni estamos en el
reino de los dioses, cuya vanidad impide que practiquen la liberación. Tenemos
la cantidad suficiente de sufrimiento para querer liberarnos, y tenemos las
herramientas y comodidades suficientes para hacerlo. Nuestra vida dura lo
justo. Y por otro lado, como humanos, también tenemos un punto medio; no somos
esclavos, no estamos muriendo de hambre, no somos millonarios; tenemos lo
necesario para practicar la liberación. No desperdicien esta oportunidad, esta
preciosa vida humana es la recompensa de miles de vidas que hemos pasado
cultivando karma positivo que nos permitió estar en este punto medio (Buda
practicaba el camino medio para la liberación), y más aún, se nos han ofrecido
estas enseñanzas; quizá sea la vida en la que más cerca las tengamos; ahora
somos conscientes de ello, nos toca hacernos responsables al respecto.
Transcripción de la conferencia de Khenpo Karthar Rinpoché.
disponible en el canal faceBuda de YouTube.
Este fin de semana me han pedido hablar de las seis
perfecciones. En general, las Seis Perfecciones (o seis Paramitas) constituyen
la verdadera esencia, el verdadero medio en el camino del bodhisattva, el
camino que comienza con la generación de bodhichitta y a través de varias
etapas sucesivas, consiste en la perfección gradual de las cualidades innatas y
la eliminación de los defectos. Y finalmente, a través de estos medios
inequívocos –las Seis Paramitas mismas –, el camino culmina en el logro de la
perfeta budeidad. Por lo tanto, puesto que estas Seis Paramitas son el
verdadero medio por el cual todos los budas del pasado han alcanzado la
budeidad, todos los budas del presente la alcanzan, y todos los budas del
futuro la alcanzarán, llamamos al camino de las Seis Perfecciones la “Gran
Carretera” de todos los budas.
Sin embargo, con el fin de iniciar este camino, con el fin
de implementar estas Seis Paramitas, necesitamos entender que la raíz de todas
ellas es la generación de bodhichitta. Sin la generación de bodhichitta es
imposible realmente practicar las verdaderas Seis Paramitas. Y tratar de seguir
el camino del bodhisattva sin bodhichitta no funcionaría.
Todos nosotros aquí hemos afirmado ser seguidores del
Mahayana. Somos yoguis y yoguinis del Vajrayana. Así que, en cierto modo, se
asume que hemos generado bodhichitta.
Pero necesitamos plantearnos realmente la pregunta: “¿Realmente he
generado bodhichitta?”. Si tienes, si has tomado el voto del bodhisattva y lo
has tomado seriamente, y lo mantienes y trabajas en ello, entonces, a través de
este y la práctica de las Seis Perfecciones, tu futura budeidad ocurrirá
indudablemente. Pero si no hemos generado bodhichitta, o si estamos inseguros
acerca de la seriedad de nuestra generación de ella, entonces cualquier intento
que podamos hacer por practicar las Seis Paramitas en ausencia de bodhichitta
se limitará, en el mejor de los casos, a pequeñas cantidades de virtud
profanada y no conducirá a la budeidad. Así que, primero que nada, necesitamos
examinar nuestra propia bodhichitta.
Necesitamos comenzar por examinar nuestra propia mente y
hacernos la pregunta: 2Bueno, yo sé o he oído que el Samsara es un océano de
sufrimiento. ¿Realmente tengo del deseo de liberarme?”. La mayoría de los que
saben o han oído que el Samsara es un océano de sufrimiento, aún se sienten
desesperanzados. Sienten que la auténtica libertad o liberación del Samsara no
es realmente posible para ellos. Y por lo tanto se permiten permanecer apegados
al Samsara y a las cosas samsáricas porque piensan que realmente no tienen ninguna
mejor opción. Así que, lo primero que debemos preguntarnos, incluso antes de
preguntarnos si tenemos o no bodhichitta, es si tenemos o no el deseo sincero
de lograr liberarnos del Samsara, ya que el deseo de liberarnos del Samsara no
es en si mismo bodhichitta y además no es suficiente como intención Mahayana;
es un elemento absolutamente necesario en ambos.
Volviendo a la intención Mahayana específicamente, como
nosotros, todo los demás seres están inmersos en este océano de tres tipos de
sufrimiento: el sufrimiento generalizado de la impermanencia, el sufrimiento
del dolor y el sufrimiento del cambio. Y cualquier placer o alivio que podamos
experimenta u observar que otros experimentan, necesitamos entender que es
simplemente un estado frágil y muy temporal, donde hay un poco menos de
sufrimiento para esta persona. No es un estado permanente de liberación del
sufrimiento y, de hecho, no es ni siquiera un estado temporal de la libertad
del sufrimiento. Es una disminución breve de la cantidad de sufrimiento. Si
entendemos esto, tendremos un deseo empático y sincero de lograr liberarnos del
Samsara, no solo para nosotros mismos, sino para todos los demás seres también.
Así, brevemente, la raíz y punto de partida de las Seis Perfecciones
son el amor imparcial y la compasión. Si observamos a esos otros seres a lis
cuales podemos ver, otros seres humanos, animales y así sucesivamente, veremos
que, de manera fundamental, todos están sufriendo terriblemente. Y en ningún
caso, alguno de nosotros ha buscado intencionalmente el sufrimiento. No
sufrimos porque queremos sufrir. Sufrimos porque somos ignorantes acerca de lo
que constituye las verdades causas de la felicidad: acciones virtuosas y así
sucesivamente. Y de lo que constituye las verdaderas causas del sufrimiento:
acciones no virtuosas y así sucesivamente. Los seres sufren porque confunden
las causas del sufrimiento con las causas de la felicidad y de esa manera
generan su propio, prolongado y no deseado sufrimiento.
A pesar de esta confusión, nuestra verdadera naturaleza, la
naturaleza de todos y cada uno de nosotros, es perfecta. Es lo que llamamos naturaleza
búdica. Y sobre la base de esta naturaleza, porque ellos poseen la misma
naturaleza que nosotros, es que todos los budas del pasado, presente y futuro
alcanzan el despertar. No hay ningún ser, en ninguna parte, ni de ningún tipo
que carezca de la naturaleza búdica. Aunque si bien, todos la tenemos, fallamos
al no reconocerla. Fallamos al no reconocer lo que es, sus cualidades, su
excelencia. Y en la confusión que resulta de la ausencia de reconocimiento,
generamos apego, aversión e ignorancia. Y estos constituyen el mecanismo o la
dinámica que nos mantiene en el Samsara. Ahora, esto, es igualmente cierto para
todos nosotros, para todos los incontables seres sintientes que se encuentran
inmersos en el océano del sufrimiento que llamamos Samsara. Lo único que nos
hace diferentes de la mayoría de los seres sintientes es que, debido a la
maduración, al mismo tiempo, de incontables cantidades de karma positivo que
habíamos acumulado en vidas anteriores, hemos nacido con preciados cuerpos
humanos. Nosotros tenemos la oportunidad de escuchar el buddhadharma, de
encontrar maestros y practicar las enseñanzas de Buda. Debido a que tenemos
esta oportunidad, tenemos la oportunidad de lograr nuestra propia liberación y
la de otros. Pero al mismo tiempo, seguimos estando inmersos en este océano de
sufrimiento samsárico, como lo están todos los demás seres., principalmente a
través de la fuerza de nuestra fijación al yo y a todas las kleshas o
aflicciones mentales que surgen de ello.
Si queremos aprovechar esta tremenda oportunidad que tenemos,
esta preciosa existencia humana, el acceso a las enseñanzas y la práctica del buddhadharma,
debemos comenzar con el cultivo del amor imparcial y la compasión. Cuando
alguien logra un grado idéntico de compasión por todos los seres, es seguro que
su práctica del Dharma resultante será a la vez auténtica y eficaz. Por lo
tanto, necesitamos comenzar aumentando nuestra compasión.
Hace unos minutos dije que es esencial generar amor genuino
y compasión por todos los seres. Y esto suena muy bien, pero no explica nada acerca
de lo que implica, o sobre cómo hacerlo en realidad. Así que, para explicar un
poco acerca de esto, observamos a otros seres que nos rodean. Observamos a
muchos otros seres humanos y también observamos o podemos observar muchas diferentes
especies de animales. ¿Qué están haciendo todos ellos? Y ¿por qué todos ellos
están haciendo lo que están haciendo? Si examinamos nuestro comportamiento y el
de otros, si examinamos el comportamiento de cada ser humano y cada ser
sintiente es objeto de nuestra observación, llegaremos a la conclusión de que
cualquier cosa que los seres hagan, lo hacen por una razón fundamental: la
búsqueda de la felicidad. Todos nosotros, de diferentes formas, estamos
buscando lo mismo. Estamos buscando ser felices, y como corolario de la felicidad,
el fin o la eliminación del sufrimiento. Prueba de ello, es que todos los seres
sintientes están ocupados. Todas las personas que observamos, todos los
animales, insectos, peces, aves que observamos, están extremadamente ocupados.
La única razón para nuestro “Estar ocupados” es que, en cualquier cosa que
estemos ocupados, creemos, correcta o incorrectamente – Y voy a volver a esto–,
que lo que estamos haciendo nos traerá felicidad, y terminará o disminuirá
nuestro sufrimiento. El problema con nuestro ajetreo es que somos ignorantes.
La mayoría de los seres son totalmente ignorantes de lo que constituye las causas
de la felicidad y las causas del sufrimiento. Mucho de lo que la mayoría de los
seres hacen con el fin de alcanzar la felicidad, solamente les causa un mayor
sufrimiento. Y mucho de lo que los seres evitan hacer, porque creen que les
traerá sufrimiento, es lo que realmente les traería felicidad.
Así que, el problema es que, mientras todos y cada uno de
nosotros, igual y fundamentalmente, buscamos intensamente la felicidad y el fin
del sufrimiento, casi siempre logramos lo contrario de lo que pretendemos. Casi
siempre experimentamos profundos y prolongados estados de sufrimiento que nunca
pretendimos experimentar. Más aún, mientras todo esto sucede, puesto que es
causado por el engaño, por la ignorancia, respondemos a ello, reaccionamos a
eso, envenenándonos. Reaccionamos a nuestro sufrimiento con odio, orgullo,
celos, codicia, apego y aún más confusión y engaño. Así causamos nuestro propio
sufrimiento, por que no sabemos lo que estamos haciendo, y en la niebla del
sufrimiento generamos engaño, aflicción mental adicional, que cusan todavía más
sufrimiento y progresivamente peores y peores decisiones.
Ahora estoy aquí, hablando principalmente sobre los reinos
que podemos observar. Esto es cierto, por supuesto, para aquellos reinos que no
podemos observar, como el reino preta, los reinos infernales y otros. Excepto
que, en esos reinos, la situación inmediata es mucho peor. De hecho, peor de lo
que podemos siquiera imaginar. Pero el principio es el mismo. El principio es
muy simple: que todos y cada uno de los seres quieren ser felices, tanto como
tú o como yo queremos ser felices. Todos y cada uno de los seres no quieren
sufrir, tanto como tú o como yo no queremos sufrir. Así, el punto de partida
del amor y la compasión es expandirse más allá de la limitada preocupación por
ti mismo, siendo empático, siendo capaz de identificarse con los demás,
extrapolando desde tu propia experiencia, tus propios sentimientos, utilizando
tu propio cuerpo, sentimientos y mente, como una manera de entender los
cuerpos, sentimientos y mentes de los demás, usándote a ti mismo como ejemplo
para entender a los demás. Podemos empezar este análisis o estudio, pensando
por qué los seres están haciendo lo que hacen podemos hacernos la misma pregunta
acerca de nosotros mismos ¿Qué estoy haciendo y por qué lo estoy haciendo? ¿Qué
estamos haciendo? Todo lo que hacemos forma parte de la búsqueda de la
felicidad y del intento por evitar o erradicar el sufrimiento.
En términos generales, la mayoría de los seres se limita al
logro de la gratificación inmediata y la liberación del sufrimiento grave en
esta vida. Y si tenemos éxito al hacerlo en la medida en que esperábamos,
entonces nos consideramos exitosos. Pero debido a que las formas en que
buscamos nuestra propia felicidad y nuestra propia liberación del dolor y
sufrimiento, son, la mayoría de las veces, profundamente inexpertas, de hecho,
terminan insoportablemente llevándonos a lo contrario de lo que buscamos. Dado
que, al mismo tiempo además reaccionamos ante nuestra frustración y sufrimiento
con aflicciones mentales dañinas. Nos aseguramos a nosotros mismos, intentando
buscar nuestra propia felicidad solamente, solo para esta vida. Nos aseguramos
a nosotros mismos muchas, muchas vidas sucesivas de una miseria inimaginable en
el futuro. Esto es especialmente cierto para nosotros como seres humanos. Haber
nacido como un ser humano es algo maravilloso, pero también es el estado más
peligroso en el Samsara.
Es maravillo ser humano porque los seres humanos tenemos el
tipo particular de cuerpo y mente que nos permite hacer cosas como estudiar, practicar
y entender el dharma y eventualmente alcanzar la budeidad o al menos poner un pie
en el camino. Pero ser un humano es también extremadamente peligroso, porque
los seres humanos pueden hacer más daño a otros, pueden participar en actos
indebidos con niveles más allá de lo que puede hacer otra especie. Por
tradición, en la mayoría de las sociedades se les teme a los fantasmas, espíritus,
demonios, etc. Pero nunca ha habido ningún fantasma, espíritu o demonio que
haga tanto daño como el que puede hacer un solo ser humano empeñado en hacerlo.
Como seres humanos, tenemos el poder de infligir un daño inconmensurable,
incalculable a otros. Lo que llamaos “infierno” no es otra cosa que la
maduración de esa gran maldad.
Así, el principio de nuestro camino debe ser la observación
y la cuidadosa selección del karma, de las acciones: desarrollar nuestra propia
virtud, evitando los actos indebidos tanto como podamos, y también, la
aspiración benevolente de que todos y cada uno de los otros seres hagan lo
mismo. El estado mental apropiado de desear sinceramente que los seres logren
la felicidad que buscan a través de participar en acciones virtuosas, que eviten
el sufrimiento, a través de evitar las acciones no virtuosas que son causa del
sufrimiento. Si empezamos a desarrollar amor y compasión, de esa simple forma, eventualmente
crecerá, hasta que nos convirtamos en bodhisattvas, quienes, de hecho, pueden intercambiarse
por otros, y hasta que nos convirtamos en aquellos que pueden practicar
perfectamente las Seis Paramitas. Pero tiene que empezar con nuestro tomar
responsabilidad por lo que hacemos y con nuestra aspiración benevolente de que
todos los demás seres también lo hagan, por que esas dos cosas son los puntos
clave en el desarrollo incluso del amor y la compasión elementales. Especialmente,
la preocupación por los demás, el poner las necesidades de los demás por sobre
las nuestras es esencial. Como Shantideva escribió en el Bodhicaryavatara, “Es
a través del altruismo que los budas alcanzan la budeidad. Y es a través del
egoísmo que los seres sintientes permanecen en el Samsara”. Hay una cita
similar de distinta fuente. Cuando el mahasiddha Drukpa Kunley fue a visitar la
gran imagen del Buddha en Lhasa, en lugar de postrarse ante él, primero apuntó
con el dedo a la imagen y dijo “Al principio, tú y yo éramos exactamente lo mismo,
pero entonces, tú fuiste diligente y alcanzaste la budeidad, y yo, fui perezoso
y aún estoy en el Samsara. Por esa razón, y sólo por esa razón, ahora me
postraré ante ti”.
Las circunstancias que todos nosotros disfrutamos aquí en
este momento, como he mencionado, han surgido o convergen por la maduración
simultánea de incontable cantidad de mérito de vidas pasadas, donde nos
encontramos a nosotros mismos con fácil acceso a auténticos maestros del
dharma, fácil acceso a los medios y al lugar de su práctica y con la compañía
de otros que desean recorrer el mismo camino que nosotros. Si piensas en ello,
estadísticamente parece imposible que cualquier ser en el Samsara pudiera jamás
adquirir una oportunidad como esa. Parece imposible, y de hecho sería
imposible, si no fuera por el mérito que hemos acumulado y las aspiraciones que
hemos hecho.
Pero aún necesitamos abordar el tema de nuestra constante
procrastinación. Todos tenemos este pensamiento: “Yo realmente debo practicar
el Dharma. Es importante practicar el Dharma”.
Pero también tenemos la idea de que podemos hacerlo más tarde. El
problema con esta idea es que el tiempo no se detiene. Y por cada unidad de
tiempo que pasa, nuestras vidas son así mismo más cortas. Hemos estado en este
salón cerca de una hora. Cada una de nuestras vidas es una hora más corta de lo
que era cuando entramos al salón. El tiempo entre ahora y nuestra muerte es de
una hora menos para cada uno de nosotros. Para decirlo sin rodeos, estamos cada
uno, una hora más cerca de nuestra muerte de lo que estábamos. Ahora, algunos
de ustedes son todavía bastante jóvenes y pueden pensar: “Sí, sí, sí, pero hay
tiempo de sobra”. Ese pensamiento “Sí, sí, sí, pero hay tiempo de sobra” es en
realidad el peor demonio que nos podría poseer. Es el obstáculo más severo para
nuestro logro del despertar, porque no tenemos manera de saber cuánto tiempo
nos queda. Sabemos que el reloj está corriendo, pero no sabemos cuánto tiempo
tenemos. Si miras las noticias verás gran cantidad de gente muriendo, bebés,
niños y adultos jóvenes. La única cosa que nunca verás en ningún reporte de las
noticias, es que alguien vivió para siempre. Eso nunca ha pasado, ni pasará.
Y especialmente, sin importar tu edad exacta, piensa en
cuantos años has vivido hasta este momento, y piensa en lo que has hecho
durante esos años. ¿Cómo has gastado la mayor parte del tiempo durante los años
que has vivido hasta este momento? Puedes decir “Bueno, he hecho algo de
práctica del Dharma”. Y eso puede ser cierto, pero, ¿cuánto? ¿Y cuanto de ello
fue auténticamente motivado por bodhichitta? En algunos casos, sin duda, tu
práctica del Dharma es enorme, pero para ser honestos, en el caso de la mayoría
de nosotros, consiste en un frágil entusiasmo por el Dharma, la idea de que el
Dharma es básicamente algo que es bueno, aunque “no estoy realmente seguro si
es cierto o no, pero es del tipo bueno, quiero decir, entre las cosas que son
buenas o malas, es una cosa buena, pero no estoy realmente seguro si es cierto
o no, así que no quiero invertir tanto en esto porque no estoy seguro”. Si
somos honestos, aquí es donde está la mayoría de la gente. Si aquí es donde
estás, si nunca has practicado el Dharma con compromiso y altruismo
incondicional, me temo que tu vida hasta este momento ha sido malgastada.
Realmente tenemos que preguntarnos: “¿Qué he hecho con mi
vida? ¿Cuántos de los años que he vivido los he gastado haciendo el bien y
cuántos he gastado haciendo el mal?”. Si calculas la cantidad de tiempo que has
vivido desde tu nacimiento hasta esta noche, imagino que en la mayoría de los
casos encontrarás que la cantidad de tiempo gastada en la práctica del dharma
sería menos del uno por cierto del tiempo que has estado vivo. Y la mayor parte
de ese otro 99 por ciento, ha sido gastada en distracción, en lo que llamamos entretenimiento.
La distracción y el entretenimiento, no son necesariamente malas acciones
manifiestas, pero perpetúan ese estado de engaño que nos dejará totalmente indefensos,
sin ninguna esperanza, sin ningún recurso o cualquier ayuda al momento de nuestras
muertes.
Ahora, yo sé que supuestamente hablaría de las Seis
Paramitas a partir de esta noche, pero sentí que era mi responsabilidad
proporcionarles un contexto muy realista para ello. Porque no podemos empezar a
discutir o practicar las Seis Paramitas hasta que entendamos que deben estar
fundadas en bodhichitta, y antes de eso, en un sincero deseo de liberarse del Samsara.
Y voy a detenerme aquí por esta sesión.