Introducción a las paramitas. 1. Bodhichitta. La puerta de entrada

Transcripción de la conferencia de Khenpo Karthar Rinpoché.

disponible en el canal faceBuda de YouTube.

Este fin de semana me han pedido hablar de las seis perfecciones. En general, las Seis Perfecciones (o seis Paramitas) constituyen la verdadera esencia, el verdadero medio en el camino del bodhisattva, el camino que comienza con la generación de bodhichitta y a través de varias etapas sucesivas, consiste en la perfección gradual de las cualidades innatas y la eliminación de los defectos. Y finalmente, a través de estos medios inequívocos –las Seis Paramitas mismas –, el camino culmina en el logro de la perfeta budeidad. Por lo tanto, puesto que estas Seis Paramitas son el verdadero medio por el cual todos los budas del pasado han alcanzado la budeidad, todos los budas del presente la alcanzan, y todos los budas del futuro la alcanzarán, llamamos al camino de las Seis Perfecciones la “Gran Carretera” de todos los budas.

Sin embargo, con el fin de iniciar este camino, con el fin de implementar estas Seis Paramitas, necesitamos entender que la raíz de todas ellas es la generación de bodhichitta. Sin la generación de bodhichitta es imposible realmente practicar las verdaderas Seis Paramitas. Y tratar de seguir el camino del bodhisattva sin bodhichitta no funcionaría.

Todos nosotros aquí hemos afirmado ser seguidores del Mahayana. Somos yoguis y yoguinis del Vajrayana. Así que, en cierto modo, se asume que hemos generado bodhichitta.  Pero necesitamos plantearnos realmente la pregunta: “¿Realmente he generado bodhichitta?”. Si tienes, si has tomado el voto del bodhisattva y lo has tomado seriamente, y lo mantienes y trabajas en ello, entonces, a través de este y la práctica de las Seis Perfecciones, tu futura budeidad ocurrirá indudablemente. Pero si no hemos generado bodhichitta, o si estamos inseguros acerca de la seriedad de nuestra generación de ella, entonces cualquier intento que podamos hacer por practicar las Seis Paramitas en ausencia de bodhichitta se limitará, en el mejor de los casos, a pequeñas cantidades de virtud profanada y no conducirá a la budeidad. Así que, primero que nada, necesitamos examinar nuestra propia bodhichitta.

Necesitamos comenzar por examinar nuestra propia mente y hacernos la pregunta: 2Bueno, yo sé o he oído que el Samsara es un océano de sufrimiento. ¿Realmente tengo del deseo de liberarme?”. La mayoría de los que saben o han oído que el Samsara es un océano de sufrimiento, aún se sienten desesperanzados. Sienten que la auténtica libertad o liberación del Samsara no es realmente posible para ellos. Y por lo tanto se permiten permanecer apegados al Samsara y a las cosas samsáricas porque piensan que realmente no tienen ninguna mejor opción. Así que, lo primero que debemos preguntarnos, incluso antes de preguntarnos si tenemos o no bodhichitta, es si tenemos o no el deseo sincero de lograr liberarnos del Samsara, ya que el deseo de liberarnos del Samsara no es en si mismo bodhichitta y además no es suficiente como intención Mahayana; es un elemento absolutamente necesario en ambos.

Volviendo a la intención Mahayana específicamente, como nosotros, todo los demás seres están inmersos en este océano de tres tipos de sufrimiento: el sufrimiento generalizado de la impermanencia, el sufrimiento del dolor y el sufrimiento del cambio. Y cualquier placer o alivio que podamos experimenta u observar que otros experimentan, necesitamos entender que es simplemente un estado frágil y muy temporal, donde hay un poco menos de sufrimiento para esta persona. No es un estado permanente de liberación del sufrimiento y, de hecho, no es ni siquiera un estado temporal de la libertad del sufrimiento. Es una disminución breve de la cantidad de sufrimiento. Si entendemos esto, tendremos un deseo empático y sincero de lograr liberarnos del Samsara, no solo para nosotros mismos, sino para todos los demás seres también.

Así, brevemente, la raíz y punto de partida de las Seis Perfecciones son el amor imparcial y la compasión. Si observamos a esos otros seres a lis cuales podemos ver, otros seres humanos, animales y así sucesivamente, veremos que, de manera fundamental, todos están sufriendo terriblemente. Y en ningún caso, alguno de nosotros ha buscado intencionalmente el sufrimiento. No sufrimos porque queremos sufrir. Sufrimos porque somos ignorantes acerca de lo que constituye las verdades causas de la felicidad: acciones virtuosas y así sucesivamente. Y de lo que constituye las verdaderas causas del sufrimiento: acciones no virtuosas y así sucesivamente. Los seres sufren porque confunden las causas del sufrimiento con las causas de la felicidad y de esa manera generan su propio, prolongado y no deseado sufrimiento.

A pesar de esta confusión, nuestra verdadera naturaleza, la naturaleza de todos y cada uno de nosotros, es perfecta. Es lo que llamamos naturaleza búdica. Y sobre la base de esta naturaleza, porque ellos poseen la misma naturaleza que nosotros, es que todos los budas del pasado, presente y futuro alcanzan el despertar. No hay ningún ser, en ninguna parte, ni de ningún tipo que carezca de la naturaleza búdica. Aunque si bien, todos la tenemos, fallamos al no reconocerla. Fallamos al no reconocer lo que es, sus cualidades, su excelencia. Y en la confusión que resulta de la ausencia de reconocimiento, generamos apego, aversión e ignorancia. Y estos constituyen el mecanismo o la dinámica que nos mantiene en el Samsara. Ahora, esto, es igualmente cierto para todos nosotros, para todos los incontables seres sintientes que se encuentran inmersos en el océano del sufrimiento que llamamos Samsara. Lo único que nos hace diferentes de la mayoría de los seres sintientes es que, debido a la maduración, al mismo tiempo, de incontables cantidades de karma positivo que habíamos acumulado en vidas anteriores, hemos nacido con preciados cuerpos humanos. Nosotros tenemos la oportunidad de escuchar el buddhadharma, de encontrar maestros y practicar las enseñanzas de Buda. Debido a que tenemos esta oportunidad, tenemos la oportunidad de lograr nuestra propia liberación y la de otros. Pero al mismo tiempo, seguimos estando inmersos en este océano de sufrimiento samsárico, como lo están todos los demás seres., principalmente a través de la fuerza de nuestra fijación al yo y a todas las kleshas o aflicciones mentales que surgen de ello.

Si queremos aprovechar esta tremenda oportunidad que tenemos, esta preciosa existencia humana, el acceso a las enseñanzas y la práctica del buddhadharma, debemos comenzar con el cultivo del amor imparcial y la compasión. Cuando alguien logra un grado idéntico de compasión por todos los seres, es seguro que su práctica del Dharma resultante será a la vez auténtica y eficaz. Por lo tanto, necesitamos comenzar aumentando nuestra compasión.

Hace unos minutos dije que es esencial generar amor genuino y compasión por todos los seres. Y esto suena muy bien, pero no explica nada acerca de lo que implica, o sobre cómo hacerlo en realidad. Así que, para explicar un poco acerca de esto, observamos a otros seres que nos rodean. Observamos a muchos otros seres humanos y también observamos o podemos observar muchas diferentes especies de animales. ¿Qué están haciendo todos ellos? Y ¿por qué todos ellos están haciendo lo que están haciendo? Si examinamos nuestro comportamiento y el de otros, si examinamos el comportamiento de cada ser humano y cada ser sintiente es objeto de nuestra observación, llegaremos a la conclusión de que cualquier cosa que los seres hagan, lo hacen por una razón fundamental: la búsqueda de la felicidad. Todos nosotros, de diferentes formas, estamos buscando lo mismo. Estamos buscando ser felices, y como corolario de la felicidad, el fin o la eliminación del sufrimiento. Prueba de ello, es que todos los seres sintientes están ocupados. Todas las personas que observamos, todos los animales, insectos, peces, aves que observamos, están extremadamente ocupados. La única razón para nuestro “Estar ocupados” es que, en cualquier cosa que estemos ocupados, creemos, correcta o incorrectamente – Y voy a volver a esto–, que lo que estamos haciendo nos traerá felicidad, y terminará o disminuirá nuestro sufrimiento. El problema con nuestro ajetreo es que somos ignorantes. La mayoría de los seres son totalmente ignorantes de lo que constituye las causas de la felicidad y las causas del sufrimiento. Mucho de lo que la mayoría de los seres hacen con el fin de alcanzar la felicidad, solamente les causa un mayor sufrimiento. Y mucho de lo que los seres evitan hacer, porque creen que les traerá sufrimiento, es lo que realmente les traería felicidad.

Así que, el problema es que, mientras todos y cada uno de nosotros, igual y fundamentalmente, buscamos intensamente la felicidad y el fin del sufrimiento, casi siempre logramos lo contrario de lo que pretendemos. Casi siempre experimentamos profundos y prolongados estados de sufrimiento que nunca pretendimos experimentar. Más aún, mientras todo esto sucede, puesto que es causado por el engaño, por la ignorancia, respondemos a ello, reaccionamos a eso, envenenándonos. Reaccionamos a nuestro sufrimiento con odio, orgullo, celos, codicia, apego y aún más confusión y engaño. Así causamos nuestro propio sufrimiento, por que no sabemos lo que estamos haciendo, y en la niebla del sufrimiento generamos engaño, aflicción mental adicional, que cusan todavía más sufrimiento y progresivamente peores y peores decisiones.

Ahora estoy aquí, hablando principalmente sobre los reinos que podemos observar. Esto es cierto, por supuesto, para aquellos reinos que no podemos observar, como el reino preta, los reinos infernales y otros. Excepto que, en esos reinos, la situación inmediata es mucho peor. De hecho, peor de lo que podemos siquiera imaginar. Pero el principio es el mismo. El principio es muy simple: que todos y cada uno de los seres quieren ser felices, tanto como tú o como yo queremos ser felices. Todos y cada uno de los seres no quieren sufrir, tanto como tú o como yo no queremos sufrir. Así, el punto de partida del amor y la compasión es expandirse más allá de la limitada preocupación por ti mismo, siendo empático, siendo capaz de identificarse con los demás, extrapolando desde tu propia experiencia, tus propios sentimientos, utilizando tu propio cuerpo, sentimientos y mente, como una manera de entender los cuerpos, sentimientos y mentes de los demás, usándote a ti mismo como ejemplo para entender a los demás. Podemos empezar este análisis o estudio, pensando por qué los seres están haciendo lo que hacen podemos hacernos la misma pregunta acerca de nosotros mismos ¿Qué estoy haciendo y por qué lo estoy haciendo? ¿Qué estamos haciendo? Todo lo que hacemos forma parte de la búsqueda de la felicidad y del intento por evitar o erradicar el sufrimiento.

En términos generales, la mayoría de los seres se limita al logro de la gratificación inmediata y la liberación del sufrimiento grave en esta vida. Y si tenemos éxito al hacerlo en la medida en que esperábamos, entonces nos consideramos exitosos. Pero debido a que las formas en que buscamos nuestra propia felicidad y nuestra propia liberación del dolor y sufrimiento, son, la mayoría de las veces, profundamente inexpertas, de hecho, terminan insoportablemente llevándonos a lo contrario de lo que buscamos. Dado que, al mismo tiempo además reaccionamos ante nuestra frustración y sufrimiento con aflicciones mentales dañinas. Nos aseguramos a nosotros mismos, intentando buscar nuestra propia felicidad solamente, solo para esta vida. Nos aseguramos a nosotros mismos muchas, muchas vidas sucesivas de una miseria inimaginable en el futuro. Esto es especialmente cierto para nosotros como seres humanos. Haber nacido como un ser humano es algo maravilloso, pero también es el estado más peligroso en el Samsara.

Es maravillo ser humano porque los seres humanos tenemos el tipo particular de cuerpo y mente que nos permite hacer cosas como estudiar, practicar y entender el dharma y eventualmente alcanzar la budeidad o al menos poner un pie en el camino. Pero ser un humano es también extremadamente peligroso, porque los seres humanos pueden hacer más daño a otros, pueden participar en actos indebidos con niveles más allá de lo que puede hacer otra especie. Por tradición, en la mayoría de las sociedades se les teme a los fantasmas, espíritus, demonios, etc. Pero nunca ha habido ningún fantasma, espíritu o demonio que haga tanto daño como el que puede hacer un solo ser humano empeñado en hacerlo. Como seres humanos, tenemos el poder de infligir un daño inconmensurable, incalculable a otros. Lo que llamaos “infierno” no es otra cosa que la maduración de esa gran maldad.

Así, el principio de nuestro camino debe ser la observación y la cuidadosa selección del karma, de las acciones: desarrollar nuestra propia virtud, evitando los actos indebidos tanto como podamos, y también, la aspiración benevolente de que todos y cada uno de los otros seres hagan lo mismo. El estado mental apropiado de desear sinceramente que los seres logren la felicidad que buscan a través de participar en acciones virtuosas, que eviten el sufrimiento, a través de evitar las acciones no virtuosas que son causa del sufrimiento. Si empezamos a desarrollar amor y compasión, de esa simple forma, eventualmente crecerá, hasta que nos convirtamos en bodhisattvas, quienes, de hecho, pueden intercambiarse por otros, y hasta que nos convirtamos en aquellos que pueden practicar perfectamente las Seis Paramitas. Pero tiene que empezar con nuestro tomar responsabilidad por lo que hacemos y con nuestra aspiración benevolente de que todos los demás seres también lo hagan, por que esas dos cosas son los puntos clave en el desarrollo incluso del amor y la compasión elementales. Especialmente, la preocupación por los demás, el poner las necesidades de los demás por sobre las nuestras es esencial. Como Shantideva escribió en el Bodhicaryavatara, “Es a través del altruismo que los budas alcanzan la budeidad. Y es a través del egoísmo que los seres sintientes permanecen en el Samsara”. Hay una cita similar de distinta fuente. Cuando el mahasiddha Drukpa Kunley fue a visitar la gran imagen del Buddha en Lhasa, en lugar de postrarse ante él, primero apuntó con el dedo a la imagen y dijo “Al principio, tú y yo éramos exactamente lo mismo, pero entonces, tú fuiste diligente y alcanzaste la budeidad, y yo, fui perezoso y aún estoy en el Samsara. Por esa razón, y sólo por esa razón, ahora me postraré ante ti”.

Las circunstancias que todos nosotros disfrutamos aquí en este momento, como he mencionado, han surgido o convergen por la maduración simultánea de incontable cantidad de mérito de vidas pasadas, donde nos encontramos a nosotros mismos con fácil acceso a auténticos maestros del dharma, fácil acceso a los medios y al lugar de su práctica y con la compañía de otros que desean recorrer el mismo camino que nosotros. Si piensas en ello, estadísticamente parece imposible que cualquier ser en el Samsara pudiera jamás adquirir una oportunidad como esa. Parece imposible, y de hecho sería imposible, si no fuera por el mérito que hemos acumulado y las aspiraciones que hemos hecho.

Pero aún necesitamos abordar el tema de nuestra constante procrastinación. Todos tenemos este pensamiento: “Yo realmente debo practicar el Dharma. Es importante practicar el Dharma”.  Pero también tenemos la idea de que podemos hacerlo más tarde. El problema con esta idea es que el tiempo no se detiene. Y por cada unidad de tiempo que pasa, nuestras vidas son así mismo más cortas. Hemos estado en este salón cerca de una hora. Cada una de nuestras vidas es una hora más corta de lo que era cuando entramos al salón. El tiempo entre ahora y nuestra muerte es de una hora menos para cada uno de nosotros. Para decirlo sin rodeos, estamos cada uno, una hora más cerca de nuestra muerte de lo que estábamos. Ahora, algunos de ustedes son todavía bastante jóvenes y pueden pensar: “Sí, sí, sí, pero hay tiempo de sobra”. Ese pensamiento “Sí, sí, sí, pero hay tiempo de sobra” es en realidad el peor demonio que nos podría poseer. Es el obstáculo más severo para nuestro logro del despertar, porque no tenemos manera de saber cuánto tiempo nos queda. Sabemos que el reloj está corriendo, pero no sabemos cuánto tiempo tenemos. Si miras las noticias verás gran cantidad de gente muriendo, bebés, niños y adultos jóvenes. La única cosa que nunca verás en ningún reporte de las noticias, es que alguien vivió para siempre. Eso nunca ha pasado, ni pasará.

Y especialmente, sin importar tu edad exacta, piensa en cuantos años has vivido hasta este momento, y piensa en lo que has hecho durante esos años. ¿Cómo has gastado la mayor parte del tiempo durante los años que has vivido hasta este momento? Puedes decir “Bueno, he hecho algo de práctica del Dharma”. Y eso puede ser cierto, pero, ¿cuánto? ¿Y cuanto de ello fue auténticamente motivado por bodhichitta? En algunos casos, sin duda, tu práctica del Dharma es enorme, pero para ser honestos, en el caso de la mayoría de nosotros, consiste en un frágil entusiasmo por el Dharma, la idea de que el Dharma es básicamente algo que es bueno, aunque “no estoy realmente seguro si es cierto o no, pero es del tipo bueno, quiero decir, entre las cosas que son buenas o malas, es una cosa buena, pero no estoy realmente seguro si es cierto o no, así que no quiero invertir tanto en esto porque no estoy seguro”. Si somos honestos, aquí es donde está la mayoría de la gente. Si aquí es donde estás, si nunca has practicado el Dharma con compromiso y altruismo incondicional, me temo que tu vida hasta este momento ha sido malgastada.

Realmente tenemos que preguntarnos: “¿Qué he hecho con mi vida? ¿Cuántos de los años que he vivido los he gastado haciendo el bien y cuántos he gastado haciendo el mal?”. Si calculas la cantidad de tiempo que has vivido desde tu nacimiento hasta esta noche, imagino que en la mayoría de los casos encontrarás que la cantidad de tiempo gastada en la práctica del dharma sería menos del uno por cierto del tiempo que has estado vivo. Y la mayor parte de ese otro 99 por ciento, ha sido gastada en distracción, en lo que llamamos entretenimiento. La distracción y el entretenimiento, no son necesariamente malas acciones manifiestas, pero perpetúan ese estado de engaño que nos dejará totalmente indefensos, sin ninguna esperanza, sin ningún recurso o cualquier ayuda al momento de nuestras muertes.

Ahora, yo sé que supuestamente hablaría de las Seis Paramitas a partir de esta noche, pero sentí que era mi responsabilidad proporcionarles un contexto muy realista para ello. Porque no podemos empezar a discutir o practicar las Seis Paramitas hasta que entendamos que deben estar fundadas en bodhichitta, y antes de eso, en un sincero deseo de liberarse del Samsara. Y voy a detenerme aquí por esta sesión.