Empezar a desmontar la sensación de carencia y vivir plenamente nuestra abundancia de recursos internos. Tratar de dejar de querer obtener algo de afuera, que se nos dé, y empezar a entender todo lo que yo puedo aportar.
Hemos de entender la interconexión; ver las profundas relaciones que tenemos entre todos los seres, organismos, elementos. Dependemos del aire, del Sol, del granjero, de los animales, de todos. Todos los recursos, del mundo, son compartidos; son parte de este ciclo de interconexión. Pero recientemente, tenemos esta necesidad de “guardar para mí”, nos cuesta soltar, aun cuando el recurso es compartido, lo queremos sacar del ciclo y mantenerlo en nuestra guarida. Pero, cuando algo sale del ciclo, cuando algo deja de tener intercambio, deja de moverse, muere, se estanca, se pudre. Al cultivar la mentalidad de posesión, estamos, voluntariamente, pudriéndonos, matando.
Es importante no pretender que la culpa es de una asociación secreta que controla nuestro mundo, de un puñado de humanos que controlan la riqueza. Todos somos parte de esta mentalidad de posesión, algunos lo hacen a gran escala, otros no, pero todos fomentamos y mantenemos este sistema. Todos esperamos poseer, extraer, tener. Y cuando pensamos en dar algo, esperamos una recompensa. Así es la realidad que vivimos. Y todo el estancamiento de bienes, podemos ver que no está en armonía con la naturaleza.
Esta mentalidad de poseer se conoce como codicia, avaricia, nace del apego, de la ignorancia, y no es más que un estado mental que nos hace sufrir; tengamos mucho o poco, queramos construir un trasnacional o comprar un gansito… el sufrimiento es el mismo.
Una de las principales enseñanzas del buda, es la práctica de la generosidad, que tiene como objetivo que entendamos que somos fuentes de abundancia. No somos carentes, ni necesitamos desviar bienes y protegernos con posesiones; podemos participar de manera generosa en estos ciclos de dar y recibir, de interconexión.
A veces nos sentimos como si tuviéramos una enfermedad del corazón que solo puede curarse con oro; yo no voy a poder estar bien si no tengo esto, no podré ser feliz hasta conseguir lo otro… Es como decir “esta cosa tiene el poder sobre mi felicidad”. Yo no tengo el poder sobre mi felicidad, es este algo. Y no importa cuánto tenemos, existe esta impresión de que no es suficiente, de que falta algo. Pero esto es algo subjetivo ¿Cuándo es suficiente? Alguien alguna vez dijo “Suficiente, es un poco más de lo que tengo”. La abundancia externa no determina una abundancia interna.
Con la práctica de generosidad, buscamos saber qué tengo yo para dar, qué puedo compartir con otros; nuestra mente deja de ser una mente pobre, de carencia, que necesita poseer y entra en la abundancia, con la que puede ofrecer.
Continuamente estamos enfocándonos en lo que nos falta; nos recordamos “aún no tienes esto, no vas bien todavía”, es una mente muy insatisfecha, jalada por el ritmo de vida actual, que nos hace creer que ese huequito será llenado con el nuevo producto milagro; claro que antes ellos crearon la sensación de carencia. Pero no basta con decir “la vida es así y hay que acoplarse”; perdemos el poder el individuo al lanzarlo al sistema. El nivel de consumo actual es insostenible; hace 50 años no había champús, pasta de dientes. El crecimiento vertiginoso de la industria china surge por nuestro consumo creciente de mamaditas desechables. ¿Cuánto realmente es suficiente? ¿Qué necesita, realmente, una persona para estar bien? ¿Acaso los grados académicos, las publicaciones, los trofeos, lo viajes, definen el éxito? ¿Qué es el éxito? De entrada, no podremos cambiar el sistema si no cambiamos nuestra forma de relacionarnos con él, no es fácil, pero es posible. Cada vez, se limita más el poder vivir fuera de él, personas que deciden no usar celular se ven desplazadas, personas que deciden no usar productos de higiene se ven como “sucias”… Cambiar nuestra mentalidad juiciosa, nuestro sistema apego-aversión es el punto inicial para un cambio más prolífico. Seguimos extrayendo del planeta, tan bondadoso, que nos da y da y da, y nosotros no le hemos devuelto en mucho tiempo. Y no necesariamente debes ir a plantar un árbol o ir a golpear cazadores de ballenas; conscientemente di “hoy no voy a desperdiciar agua” y ofrece eso; “hoy no voy a comprar nada empacado” y ofrece eso, “hoy no voy a comprar por internet”. Por un lado, por otro, cambiar la mentalidad de nuestra creencia sobre “de donde surge la felicidad”, donde mora la felicidad realmente. La práctica de generosidad nos hace ver que la generosidad es gozosa; dar es felicidad, refuerza nuestra mentalidad de “yo sí tengo”.
La generosidad no se trata sólo de bienes materiales; dar bienes materiales es de lo más fácil respecto a la generosidad, pero es solo una de muchas formas de dar. ¿Qué podemos dar aparte de bienes? Acompañamiento, amor, amistad, refugio, atención, sabiduría, tiempo, alegría… Parte de la práctica es ver qué otros recursos, dentro de mi puedo dar. Esto, por sí mismo, es un proceso de sanación que evita la mentalidad de carencia, de querer llenar con cosas; pues vemos nuestra abundancia interna.
La sensación de carencia surge de un profundo sentimiento de desconexión; estamos inmersos en los ciclos de interdependencia, pero cuando nos alejamos de ellos, es doloroso, y buscamos reconectar, por medio de poseer. Amoldamos nuestra carencia justo a la forma y tamaño de algo que lo puede llenar, un objeto, una persona, un título, etc. El camino para conseguirlo no es placentero, los planes, el estrés, el ahorro… Pero cuando por fin lo tenemos, sentimos cierto grado de alivio a esta desconexión… pero es muy corto, pronto nuestra carencia toma otra forma y vamos detrás de otro objeto.
El buda habló de tres formas de generosidad que exploraremos otro día; generosidad de bienes materiales, generosidad de seguridad y generosidad del dharma. Por ahora, basta con comenzar nuestra práctica ofreciendo lo que sea que podamos, de forma consciente y abundante, no debe ser mucho, pero es mejor si es seguido, varias veces. Puedes dar una moneda, un regalo, puedes ofrecer una broma, una sonrisa, un mensaje personal, un cumplido, el no decir algo negativo a aquella persona que me molesta. Puedes decidir no comer carne un día, no matar a un insecto, qué gran acto de generosidad “te ofrezco tu vida”. Todo lo que puedas ofrecer, hazlo con abundancia y regocijo por el simple hecho de dar, de tener para dar. Vamos a ir descubriendo recursos que tenemos para ofrecer. Hacerlo porque podemos, no para mejorar nuestra imagen ante el otro o para recibir algo a cambio, hacerlo para descubrir toda la abundancia de nuestro interior. Y podemos hacerlo porque nuestra naturaleza es bondadosa; seamos generosos, al darlos la oportunidad de fallar y desviarnos, pero saber que retomaremos el camino porque somos bondadosos; dejar de creernos que somos malos, insuficientes, o que fallamos, y simplemente dar y hacer cosas buenas, ser generosos con todo aquello que poseemos. Y lo hacemos, para descubrir nuestra naturaleza abundante y bondadosa y para servir a otros, para independizarlos y hacerles ver su propia abundancia, como un efecto dominó.
La abundancia interna provoca abundancia externa; cosechamos lo que sembramos. Si sembramos miseria, cosechamos miseria.
Como corolario, es importante que veamos la maravillosa posición en la que estamos; el camino medio; tanto en el ciclo de existencias: no estamos en uno de los reinos inferiores, como el de los infiernos o el de los animales, que están sometidos a la voluntad del hombre; ni estamos en el reino de los dioses, cuya vanidad impide que practiquen la liberación. Tenemos la cantidad suficiente de sufrimiento para querer liberarnos, y tenemos las herramientas y comodidades suficientes para hacerlo. Nuestra vida dura lo justo. Y por otro lado, como humanos, también tenemos un punto medio; no somos esclavos, no estamos muriendo de hambre, no somos millonarios; tenemos lo necesario para practicar la liberación. No desperdicien esta oportunidad, esta preciosa vida humana es la recompensa de miles de vidas que hemos pasado cultivando karma positivo que nos permitió estar en este punto medio (Buda practicaba el camino medio para la liberación), y más aún, se nos han ofrecido estas enseñanzas; quizá sea la vida en la que más cerca las tengamos; ahora somos conscientes de ello, nos toca hacernos responsables al respecto.