Karma

Aunque la palabra “Karma” etimológicamente significa “acción” y engloba las consecuencias de las  acciones que hemos realizado, no existe una definición concreta que pueda explicar la sutileza y profundidad de lo que implica…

Es fácil caer en el entendimiento popular, erróneo y simplista de que el karma son las consecuencias directas de nuestras acciones. Como los videos de “karma instantáneo”, donde una persona patea intenta patear un perro pero termina resbalándose…

Si bien el Karma sí plantea la idea de las consecuencias de nuestras acciones, es importante puntualizar que el karma va más allá de la dualidad de bien y mal; es decir, no es una cuenta mágica que un ser cósmico va llevando de las veces que actuaste “bien” y las veces que actuaste “mal” para poder llegar al equilibrio castigándote o dándote bendiciones después de una mala racha.

Muchas veces las personas tienen miedo cuando les pasan cosas buenas, porque sienten que “pronto llegarán las cosas malas para compensar”; en un mal entendimiento del Karma.

De manera simple, podemos definir el karma como la memoria de la(s) vida(s). Para entenderlo mejor, podemos introducir el término de “huellas kármicas”.

Haré una precisión que me parece importante; El cerebro se construye de hábitos. No sólo nos acostumbramos a reaccionar de cierta forma, si no que nos acostumbramos a percibir la realidad de cierta forma también. Dependiendo de aquello con lo que “alimentemos” el cerebro, éste tendrá una tendencia a percibir e interpretar la información de una forma u otra.

Por ejemplo, pensemos en un niño que ha sido maltratado y otro que ha recibido una crianza adecuada. Cuando de adultos, comparten la misma universidad, las mismas materias, es más, son roomies; Es decir, el contexto actual es muy similar, aún así la persona que sufrió maltrato, tendrá una mayor predisposición a percibir el mundo como hostil, por que su cerebro se acostumbró a interpretar así los hechos. Una discusión, para él puede ser un ataque personal muy doloroso, mientras que para su compañero puede ser sólo una petición algo brusca.

La forma en la que interpretamos la realidad da como resultado un actuar específico; nos da una tendencia a actuar de una u otra forma. Cuanto más reforzamos esta manera de interpretar y estas acciones, más nos vamos “encerrando” en un tipo de pensamiento-acción.

Las huellas kármicas, son estas semillas de tendencias que hemos cultivado por años, por vidas. Son las que nos decantan a actuar de una u otra forma, y por ende, a percibir de uno u otro modo los resultados de nuestras acciones y que siguen presentes mientras sigamos inmersos en el Samsara; esta existencia de sufrimiento cíclico.

Entonces, el karma es este cúmulo de tendencias que nos orillan no solo a un actuar específico, si no a interpretar las consecuencias de estas acciones de una u otra forma. Hay karma virtuoso o positivo (que da alivio, paz, beneficio), karma no virtuoso o negativo, que hiere y causa sufrimiento y hay karma neutro, aquel que genera un buda, cuyas acciones van más allá de la dualidad; no acumula tendencias ni a un lado ni a otro.

Cuantas más acciones realicemos en uno u otro sentido, más grande se vuelve este cúmulo, este karma.

Otro punto importante, es que la “acción kármica”, es decir, aquella que genera karma, puede ser física, mental, emocional, energética, etc.

Ahora, esta “cuenta” de positivo y negativo, no es un castigo o una balanza, que si pasa algo bueno necesariamente va a pasar algo malo para compensar. Ni es que si haces algo malo te van a castigar por ello. La “cuenta” va más orientada a qué tanta consciencia ganas o pierdes en relación a tus acciones y sus consecuencias. Si antes estabas acostumbrado a interpretar el mundo como hostil, reaccionabas violento y generabas karma negativo (es decir, que aumentaba la tendencia a ver y generar sufrimiento); pero ahora cambias tu perspectiva y tratas de dirigirte a las acciones compasivas, que alivian el sufrimiento, bueno empiezas a dejar de acumular karma negativo y tu tendencia es cada vez mayor a ver bondad y actuar en pro del bienestar.

Este cúmulo de tendencias, en la tradición tibetana, se mantiene por todas nuestras reencarnaciones, por lo que, si en este momento gozas de fortuna, es por que en tus otras vidas te has procurado karma positivo, pero si en esta mal gastas la oportunidad de seguir cultivándolo, podrías volver a generar karma negativo.

El “punto” es llegar a no crear karma alguno, que nuestro paso por la existencia sea neutral. Pero estamos lejos de eso por ahora.

Ahora bien.. No todas las acciones generan karma. Para que una acción genere karma, debe ser una acción completa, que tiene cuatro características:

  • Intención
  • Acción
  • Consecuencias
  • Evaluación

Por ejemplo, si vemos un caracol y decidimos pisarlo por que nos gusta como cruje el caparazon, ya tenemos una clara intención de realizar la acción (Primer punto)

Si lo pisamos, realizamos la acción (segundo punto)

Si el caracol muere, vemos consecuencias (paso 3)

La evaluación es, despues de pisarlo, como nos sentimos, si nos dio gusto o risa…

Eso fue una acción completa y generó karma negativo porque causo sufrimiento.

Si caminamos por el pasto y pisamos un caracol sin querer, no hubo intención; no hay acumulación karma (más bien, el pobre caracol pagó su propio karma)

Ahora, si era nuestra intención y lo hicimos, pero después nos arrepentimos genuinamente, tampoco hay karma.

Pero ojo que EXISTIÓ un karma que llevo a esas condiciones, a que ocurriera esa acción; karma pasado nos ha hecho sufrir por pisar un caracol, pero pisarlo no nos genera karma.

Algo importante es que, muchas veces, la mayoría de las veces, estos procesos ocurren fuera de nuestra consciencia; ni siquiera somos conscientes de nuestras intenciones, pero existen. Por ello es tan importante la introspección, la meditación, la calma mental.

Por último, es buena idea identificar qué acciones son positivas y nos ayudarían a encaminarnos hacia generar karma positivo;

Es algo muy importante y de lo que más se huye. Las personas quieren placer rápido, concreto, duro. Si les hablas de seguir una conducta ética se espantan. Quieren atajos para ser iluminados pero mantener sus conductas destructivas o de autoengaño… En este camino, si relamente quieres una transformación, hay cosas que debes soltar y cosas que debes adoptar. Solar conductas dañinas y adoptar conductas de bienestar. Me gustaría hacer otra serie sobre “los pilares del camino espiritual” ¿Les gustaría?

Bueno,

Más allá de la moralidad, de definir qué conducta específica es buena y cual es mala, es mejor determinar las características de una acción virtuosa. Según la persona y el contexto, una misma acción puede ser dañina o virtuosa.

En general, los criterios de una conducta óptima son:

  1. No causa daño o sufrimiento a ti ni a otros seres
  2. Causa un beneficio no solo a ti si no a otros
  3. No produce arrepentimiento
  4. Te permite tener una vida sana, dormir.

Propongo que identifiques las conductas que has notado que generan sufrimiento, puede ser mental, físico, incluso energético. Juzgar a otros, aunque “no se sepa”, te daña a ti…

Ve a la introspección y nota aquellas conductas mentales o físicas a las que te aferras aún sabiendo que causan daño. Entiende que no es algo intrínseco de ti, no estas roto o descompuesto; es algo universal, complejo, y que se ha ido incrementando con el tiempo, pero no es parte de ti. Nuestra naturaleza es clara, sin duda, y llena de amor, pero estamos velados por tantas capas de sufrimiento que lo hemos olvidado. Necesitamos disciplina para librarnos de esos velos y volver a la naturaleza prístina de nuestra mente y vida.

Guía para encontrar Psicóloga (o)

Lo primero es saber que una intervención psicológica puede ser de muchas maneras. Hay desde orientaciones y consejo breve, para situaciones muy puntuales, hasta terapias que pueden durar años e incluso, ser necesario el trabajo con otros profesionales, como psiquiatras, pedagogos, trabajadores sociales, etc.

El tipo de terapia depende de varias cosas como:

Preferencia del consultante, tipo de problemática a abordar y su gravedad (tiempo de duración, situaciones complicadas, etc.), orientación del terapeuta e incluso la disponibilidad.

Recuerda: no a todos nos sirven las mismas cosas; una recomendación de un amigo o familiar puede no ser adecuado para ti, aunque sea perfecto para ella.

Vamos por partes

Lo primero, sería definir el problema o situación que quieres tratar en consulta. A veces es algo muy específico, como cambiar un hábito, una fobia, un duelo, problemas en las relaciones, etc. Otras veces es algo más sutil, cuando simplemente sientes que algo va mal o que podrías estar mejor.

Es importante que realices una autorreflexión a conciencia. Actualmente está muy difundida la idea de la ansiedad y la depresión o de las relaciones tóxicas. Esto propicia que tendamos a englobar muchos síntomas en estos diagnósticos y lleguemos con la clara idea de que tenemos ansiedad, cuando puede ser un problema de sueño o algún trastorno de la personalidad, por ejemplo.

Por ello, recomiendo que analices profundamente qué áreas de tu vida son las que están siendo afectadas, qué actitudes, comportamientos, pensamientos y sentimientos son los que quieres modificar. También es importante que tengas en mente que estas apunto de realizar una inversión, de tiempo y dinero que puede no ser sencilla, pero será de mucho beneficio. No comiences una terapia si no estas en condiciones de continuarla de manera disciplinada, si no tienes la solvencia económica o la disponibilidad de tiempo.

Respecto a lo económico, es una gran limitante. Existen centros de salud pública donde el servicio es gratuito o muy económico, sin embargo, las sesiones son limitadas, cortas y saturadas, por lo que iniciar el servicio puede tardar hasta dos meses ☹ urge aumentar la disponibilidad de salud mental de calidad.

Pero bueno, sigamos.

Una vez que identificaste qué es lo que perturba tu vida, podemos dar el siguiente paso, que es buscar a la psicóloga (o) adecuado para ti.

Lo primero será tener en cuenta:

  1. La problemática y el tipo de terapia más efectiva para ella (más adelante les cuento de las corrientes principales)
  2. El costo. Hay que tener en cuenta que las sesiones, en promedio, son semanalmente y pueden ser de 10 a unas 20 sesiones (o más según sea el caso), con promedio de $500 por consulta (fácilmente puedes encontrar alguna que se ajuste a tu presupuesto y también hablar con la psicóloga sobre la frecuencia de las sesiones)
  3. La ubicación del consultorio. Actualmente son comunes las sesiones online y dan buenos resultados en general. Sin embargo, en mi experiencia, les recomiendo muchísimo las sesiones presenciales. Es importante que la ubicación te sea conocida, cómoda y cercana. Dentro de las reglas de las consultas se suele prever que, en caso de falta sin aviso, no hay reembolso y en caso de retardo, el tiempo no se repone, es decir, si llegas 20min tarde a una sesión de una hora, tu sesión sería de 40minutos.
  4. El terapeuta. En principio, siempre pide la cédula profesional y, de preferencia, decántate por profesionales que tengan estudios en universidades reconocidas. La carrera de psicología es una de las que tiene más egresados de escuelas patito que no siempre tienen la mejor formación, ojo, la procedencia tampoco asegura un adecuado conocimiento y manejo. Procura que, en lo posible, tenga algún estudio de posgrado (maestría, diplomados, prácticas) en la problemática que deseas tratar. Más allá de los títulos y experiencia que tenga, es importante que te sientas cómoda con tu psicóloga. Tanto en su forma de expresarse, el tono de su voz, su rostro y la manera en que te mira, todo. No con afán de prejuicio, si no, de confort para ti. Quizá te sientas más cómoda con una mujer mayor que con un hombre joven, por ejemplo, es algo muy personal. Ten en cuenta que, si bien siempre habrá respeto, confidencialidad y profesionalismo, en la consulta, probablemente serás vulnerable en temas muy íntimos, por lo que es importante que te sientas completamente cómoda con la persona que tienes enfrente y que, seguramente, te verá llorar como bebé.

Ahora sí, hablemos de los enfoques y las problemáticas más comunes que atienen

La primera es la conductual, a secas. Estos profesionales están enfocados en modificar conductas, generar nuevos hábitos y comportamientos. Tienen gran éxito en situaciones como fobias, adicciones, problemas de sueño, comerse las uñas, procrastinar, y todo aquello que se refiere a moldear el comportamiento. Las terapias son cortas y es raro que se profundice en pensamientos y emociones.

De ella surge la reina del baile (actualmente), que es la orientación cognitivo-conductual. Es la más famosilla porque tiene harta evidencia científica. En ella no solo se modifica el comportamiento, si no que se trata de reestructurar el pensamiento; de modificar pensamientos dañinos haciéndolos más adaptativos. Tiene gran evidencia en la mayoría de las problemáticas, ansiedad, depresión, duelo, problemas de personalidad, etc. Las sesiones suelen ir de 10 a 20, aprox. Se valen de herramientas, técnicas, tareas, pruebas psicométricas, metáforas etc. Gira en torno a la situación identificada, evaluando el comportamiento y los pensamientos asociados, para modificarlos.

Dentro de esta corriente, actualmente se están desarrollando las terapias cognitivo conductuales de tercera generación, que retoman la reestructuración cognitiva, pero también ponen de relieve aspectos más sutiles-humanistas-contextuales. En ellas vemos TAC, la TAC, Dialéctica, etc. Muchas de ellas toman la filosofía oriental como fundamento conceptual. Pj. La TAC, ya no busca como tal una reestructuración cognitiva más que una aceptación de las circunstancias. Usan técnicas como la meditación, mindfulness, imaginería guiada, sesiones teóricas, tareas, etc.

Los humanistas son otra corriente importante, ellos no solo se centran en una problemática específica, si no que velan por la autorrealización personal. Por impactar en todas las áreas de la vida de la persona. Los psicólogos humanistas son bien chidos, por que permiten una relación más cercana, en la que ellos expresan sus propios sentimientos y vivencias como parte de la orientación. Usan técnicas como la bioactivación (música, baile, arte), psicodrama, etc. El fin es conectar con lo esencial y acrecentar la autorrealización, potenciando las virtudes del consultante. Ocupan muchas de las herramientas de la psicología positiva, que se centra en las fortalezas y no en el problema o las carencias.

La terapia sistémica es generalmente usada en problemáticas que implican interacciones íntimas, como la pareja o la familia. Es común que  estas sesiones sean con varias personas, aunque también puede ser de manera individual. En ella se analizan los patrones de interacción entre los miembros. También se centra en un problema específico y su meta es modificar las conductas que generan dicho problema, sin profundizar  mucho en las dinámicas personales internas de cada miembro.

Por último, tenemos al psicoanálisis. Por alguna razón, es bastante odiado. Y claro, el psicoanálisis clásico u ortodoxo es extraño y poco aplicable actualmente, aunque aún hay psicoanalistas completos ejerciendo (y suelen ser muy buenos!). El psicoanálisis clásico se lleva a cabo de manera casi unidireccional. El paciente llega y habla y habla sin que el terapeuta intervenga; es el clásico diván donde el consultante ni siquiera ve al terapeuta. Éste solo dirige la sesión con pocas intervenciones sobre asociaciones importantes en el discurso del paciente. Se busca identificar el origen de ciertos pensamientos o comportamientos (en los primero s años de la infancia; las relaciones con los padres guardadas En el inconsciente). Estas sesiones son largas y costosas (desde 1000 la sesión, hasta 3 años, mínimo una vez a la semana). Sin embargo, actualmente hay terapias de psicoanálisis moderno, en las que el terapeuta interviene más, y son más accesibles. Si bien, su fin sigue siendo descubrir el origen de las cosas.

Ahora, en realidad es difícil que encuentres a un especialista que realmente aplique una de estas corrientes al pie de la letra. La mayoría solo son un revoltijo de teorías; verás terapeutas que se denominan cognitivo.-conductuales preguntándote por tu infancia y humanistas dejándote tarea. Por eso, es importante que les pidas su experiencia y trayectoria. Ya que, una práctica desorganizada puede conllevar poco avance en las sesiones.

Existe la terapia INTEGRATIVA, que, efectivamente, toma elementos de todas las orientaciones según la necesidad. Tiene sus pros y sus contras. Por un lado, tiene mayor flexibilidad pero por otro, menor profundidad. Los terapeutas integrativos tienen estudios de posgrado en terapia integrativa.

Entonces, como algoritmo general yo diría que buscar Psicólogo es:

  1. Decidirlo, hacer el espacio e idenficar tu presupuesto
  2. Identificar la problemática que quieres trabajar y decantarte por un enfoque
  3. Evaluar opciones CERCANAS y dentro de tu  presupuesto. Puedes ocupar buscadores como Doctoralia o Google
  4. Checar la experiencia del terapeuta
  5. Ver su perfil y “que te de buena espina”
  6. Identificar las opiniones del terapeuta
  7. Agendar cita, hacer un primer contacto y sentirte cómoda
  8. Ir a la primera sesión y re-evaluar si es confortable

Ten en cuenta que a una sesión psicológica no vas a platicar o a desahogar tus penas; vas a modificar tu vida. Por ello, la guía y herramientas que el terapeuta pueda aplicar correctamente son invaluables. Si no ves mejoría en las primeras 2 sesiones, reevalua.

No dejes todo en manos de tu psicóloga, es una relación bidireccional, se abierta y sincera, si algo va mal, coméntale, si algo no te agrada, coméntale. El chiste es que veas mejoría y aprendas a gestionar tu vida.

Las 6 Paramitas: Generosidad (1)

Empezar a desmontar la sensación de carencia y vivir plenamente nuestra abundancia de recursos internos. Tratar de dejar de querer obtener algo de afuera, que se nos dé, y empezar a entender todo lo que yo puedo aportar.

Hemos de entender la interconexión; ver las profundas relaciones que tenemos entre todos los seres, organismos, elementos. Dependemos del aire, del Sol, del granjero, de los animales, de todos. Todos los recursos, del mundo, son compartidos; son parte de este ciclo de interconexión. Pero recientemente, tenemos esta necesidad de “guardar para mí”, nos cuesta soltar, aun cuando el recurso es compartido, lo queremos sacar del ciclo y mantenerlo en nuestra guarida. Pero, cuando algo sale del ciclo, cuando algo deja de tener intercambio, deja de moverse, muere, se estanca, se pudre. Al cultivar la mentalidad de posesión, estamos, voluntariamente, pudriéndonos, matando.

Es importante no pretender que la culpa es de una asociación secreta que controla nuestro mundo, de un puñado de humanos que controlan la riqueza. Todos somos parte de esta mentalidad de posesión, algunos lo hacen a gran escala, otros no, pero todos fomentamos y mantenemos este sistema. Todos esperamos poseer, extraer, tener. Y cuando pensamos en dar algo, esperamos una recompensa. Así es la realidad que vivimos. Y todo el estancamiento de bienes, podemos ver que no está en armonía con la naturaleza.

Esta mentalidad de poseer se conoce como codicia, avaricia, nace del apego, de la ignorancia, y no es más que un estado mental que nos hace sufrir; tengamos mucho o poco, queramos construir un trasnacional o comprar un gansito… el sufrimiento es el mismo.

Una de las principales enseñanzas del buda, es la práctica de la generosidad, que tiene como objetivo que entendamos que somos fuentes de abundancia. No somos carentes, ni necesitamos desviar bienes y protegernos con posesiones; podemos participar de manera generosa en estos ciclos de dar y recibir, de interconexión.

A veces nos sentimos como si tuviéramos una enfermedad del corazón que solo puede curarse con oro; yo no voy a poder estar bien si no tengo esto, no podré ser feliz hasta conseguir lo otro… Es como decir “esta cosa tiene el poder sobre mi felicidad”. Yo no tengo el poder sobre mi felicidad, es este algo. Y no importa cuánto tenemos, existe esta impresión de que no es suficiente, de que falta algo. Pero esto es algo subjetivo ¿Cuándo es suficiente? Alguien alguna vez dijo “Suficiente, es un poco más de lo que tengo”.  La abundancia externa no determina una abundancia interna.

Con la práctica de generosidad, buscamos saber qué tengo yo para dar, qué puedo compartir con otros; nuestra mente deja de ser una mente pobre, de carencia, que necesita poseer y entra en la abundancia, con la que puede ofrecer.

Continuamente estamos enfocándonos en lo que nos falta; nos recordamos “aún no tienes esto, no vas bien todavía”, es una mente muy insatisfecha, jalada por el ritmo de vida actual, que nos hace creer que ese huequito será llenado con el nuevo producto milagro; claro que antes ellos crearon la sensación de carencia. Pero no basta con decir “la vida es así y hay que acoplarse”; perdemos el poder el individuo al lanzarlo al sistema. El nivel de consumo actual es insostenible; hace 50 años no había champús, pasta de dientes. El crecimiento vertiginoso de la industria china surge por nuestro consumo creciente de mamaditas desechables. ¿Cuánto realmente es suficiente? ¿Qué necesita, realmente, una persona para estar bien? ¿Acaso los grados académicos, las publicaciones, los trofeos, lo viajes, definen el éxito? ¿Qué es el éxito? De entrada, no podremos cambiar el sistema si no cambiamos nuestra forma de relacionarnos con él, no es fácil, pero es posible. Cada vez, se limita más el poder vivir fuera de él, personas que deciden no usar celular se ven desplazadas, personas que deciden no usar productos de higiene se ven como “sucias”… Cambiar nuestra mentalidad juiciosa, nuestro sistema apego-aversión es el punto inicial para un cambio más prolífico. Seguimos extrayendo del planeta, tan bondadoso, que nos da y da y da, y nosotros no le hemos devuelto en mucho tiempo. Y no necesariamente debes ir a plantar un árbol o ir a golpear cazadores de ballenas; conscientemente di “hoy no voy a desperdiciar agua” y ofrece eso; “hoy no voy a comprar nada empacado” y ofrece eso, “hoy no voy a comprar por internet”. Por un lado, por otro, cambiar la mentalidad de nuestra creencia sobre “de donde surge la felicidad”, donde mora la felicidad realmente. La práctica de generosidad nos hace ver que la generosidad es gozosa; dar es felicidad, refuerza nuestra mentalidad de “yo sí tengo”.

La generosidad no se trata sólo de bienes materiales; dar bienes materiales es de lo más fácil respecto a la generosidad, pero es solo una de muchas formas de dar. ¿Qué podemos dar aparte de bienes? Acompañamiento, amor, amistad, refugio, atención, sabiduría, tiempo, alegría…  Parte de la práctica es ver qué otros recursos, dentro de mi puedo dar. Esto, por sí mismo, es un proceso de sanación que evita la mentalidad de carencia, de querer llenar con cosas; pues vemos nuestra abundancia interna.

La sensación de carencia surge de un profundo sentimiento de desconexión; estamos inmersos en los ciclos de interdependencia, pero cuando nos alejamos de ellos, es doloroso, y buscamos reconectar, por medio de poseer. Amoldamos nuestra carencia justo a la forma y tamaño de algo que lo puede llenar, un objeto, una persona, un título, etc. El camino para conseguirlo no es placentero, los planes, el estrés, el ahorro… Pero cuando por fin lo tenemos, sentimos cierto grado de alivio a esta desconexión… pero es muy corto, pronto nuestra carencia toma otra forma y vamos detrás de otro objeto.

El buda habló de tres formas de generosidad que exploraremos otro día; generosidad de bienes materiales, generosidad de seguridad y generosidad del dharma. Por ahora, basta con comenzar nuestra práctica ofreciendo lo que sea que podamos, de forma consciente y abundante, no debe ser mucho, pero es mejor si es seguido, varias veces. Puedes dar una moneda, un regalo, puedes ofrecer una broma, una sonrisa, un mensaje personal, un cumplido, el no decir algo negativo a aquella persona que me molesta. Puedes decidir no comer carne un día, no matar a un insecto, qué gran acto de generosidad “te ofrezco tu vida”. Todo lo que puedas ofrecer, hazlo con abundancia y regocijo por el simple hecho de dar, de tener para dar. Vamos a ir descubriendo recursos que tenemos para ofrecer. Hacerlo porque podemos, no para mejorar nuestra imagen ante el otro o para recibir algo a cambio, hacerlo para descubrir toda la abundancia de nuestro interior. Y podemos hacerlo porque nuestra naturaleza es bondadosa; seamos generosos, al darlos la oportunidad de fallar y desviarnos, pero saber que retomaremos el camino porque somos bondadosos; dejar de creernos que somos malos, insuficientes, o que fallamos, y simplemente dar y hacer cosas buenas, ser generosos con todo aquello que poseemos. Y lo hacemos, para descubrir nuestra naturaleza abundante y bondadosa y para servir a otros, para independizarlos y hacerles ver su propia abundancia, como un efecto dominó.

La abundancia interna provoca abundancia externa; cosechamos lo que sembramos. Si sembramos miseria, cosechamos miseria.

Como corolario, es importante que veamos la maravillosa posición en la que estamos; el camino medio; tanto en el ciclo de existencias: no estamos en uno de los reinos inferiores, como el de los infiernos o el de los animales, que están sometidos a la voluntad del hombre; ni estamos en el reino de los dioses, cuya vanidad impide que practiquen la liberación. Tenemos la cantidad suficiente de sufrimiento para querer liberarnos, y tenemos las herramientas y comodidades suficientes para hacerlo. Nuestra vida dura lo justo. Y por otro lado, como humanos, también tenemos un punto medio; no somos esclavos, no estamos muriendo de hambre, no somos millonarios; tenemos lo necesario para practicar la liberación. No desperdicien esta oportunidad, esta preciosa vida humana es la recompensa de miles de vidas que hemos pasado cultivando karma positivo que nos permitió estar en este punto medio (Buda practicaba el camino medio para la liberación), y más aún, se nos han ofrecido estas enseñanzas; quizá sea la vida en la que más cerca las tengamos; ahora somos conscientes de ello, nos toca hacernos responsables al respecto.

Introducción a las paramitas. 1. Bodhichitta. La puerta de entrada

Transcripción de la conferencia de Khenpo Karthar Rinpoché.

disponible en el canal faceBuda de YouTube.

Este fin de semana me han pedido hablar de las seis perfecciones. En general, las Seis Perfecciones (o seis Paramitas) constituyen la verdadera esencia, el verdadero medio en el camino del bodhisattva, el camino que comienza con la generación de bodhichitta y a través de varias etapas sucesivas, consiste en la perfección gradual de las cualidades innatas y la eliminación de los defectos. Y finalmente, a través de estos medios inequívocos –las Seis Paramitas mismas –, el camino culmina en el logro de la perfeta budeidad. Por lo tanto, puesto que estas Seis Paramitas son el verdadero medio por el cual todos los budas del pasado han alcanzado la budeidad, todos los budas del presente la alcanzan, y todos los budas del futuro la alcanzarán, llamamos al camino de las Seis Perfecciones la “Gran Carretera” de todos los budas.

Sin embargo, con el fin de iniciar este camino, con el fin de implementar estas Seis Paramitas, necesitamos entender que la raíz de todas ellas es la generación de bodhichitta. Sin la generación de bodhichitta es imposible realmente practicar las verdaderas Seis Paramitas. Y tratar de seguir el camino del bodhisattva sin bodhichitta no funcionaría.

Todos nosotros aquí hemos afirmado ser seguidores del Mahayana. Somos yoguis y yoguinis del Vajrayana. Así que, en cierto modo, se asume que hemos generado bodhichitta.  Pero necesitamos plantearnos realmente la pregunta: “¿Realmente he generado bodhichitta?”. Si tienes, si has tomado el voto del bodhisattva y lo has tomado seriamente, y lo mantienes y trabajas en ello, entonces, a través de este y la práctica de las Seis Perfecciones, tu futura budeidad ocurrirá indudablemente. Pero si no hemos generado bodhichitta, o si estamos inseguros acerca de la seriedad de nuestra generación de ella, entonces cualquier intento que podamos hacer por practicar las Seis Paramitas en ausencia de bodhichitta se limitará, en el mejor de los casos, a pequeñas cantidades de virtud profanada y no conducirá a la budeidad. Así que, primero que nada, necesitamos examinar nuestra propia bodhichitta.

Necesitamos comenzar por examinar nuestra propia mente y hacernos la pregunta: 2Bueno, yo sé o he oído que el Samsara es un océano de sufrimiento. ¿Realmente tengo del deseo de liberarme?”. La mayoría de los que saben o han oído que el Samsara es un océano de sufrimiento, aún se sienten desesperanzados. Sienten que la auténtica libertad o liberación del Samsara no es realmente posible para ellos. Y por lo tanto se permiten permanecer apegados al Samsara y a las cosas samsáricas porque piensan que realmente no tienen ninguna mejor opción. Así que, lo primero que debemos preguntarnos, incluso antes de preguntarnos si tenemos o no bodhichitta, es si tenemos o no el deseo sincero de lograr liberarnos del Samsara, ya que el deseo de liberarnos del Samsara no es en si mismo bodhichitta y además no es suficiente como intención Mahayana; es un elemento absolutamente necesario en ambos.

Volviendo a la intención Mahayana específicamente, como nosotros, todo los demás seres están inmersos en este océano de tres tipos de sufrimiento: el sufrimiento generalizado de la impermanencia, el sufrimiento del dolor y el sufrimiento del cambio. Y cualquier placer o alivio que podamos experimenta u observar que otros experimentan, necesitamos entender que es simplemente un estado frágil y muy temporal, donde hay un poco menos de sufrimiento para esta persona. No es un estado permanente de liberación del sufrimiento y, de hecho, no es ni siquiera un estado temporal de la libertad del sufrimiento. Es una disminución breve de la cantidad de sufrimiento. Si entendemos esto, tendremos un deseo empático y sincero de lograr liberarnos del Samsara, no solo para nosotros mismos, sino para todos los demás seres también.

Así, brevemente, la raíz y punto de partida de las Seis Perfecciones son el amor imparcial y la compasión. Si observamos a esos otros seres a lis cuales podemos ver, otros seres humanos, animales y así sucesivamente, veremos que, de manera fundamental, todos están sufriendo terriblemente. Y en ningún caso, alguno de nosotros ha buscado intencionalmente el sufrimiento. No sufrimos porque queremos sufrir. Sufrimos porque somos ignorantes acerca de lo que constituye las verdades causas de la felicidad: acciones virtuosas y así sucesivamente. Y de lo que constituye las verdaderas causas del sufrimiento: acciones no virtuosas y así sucesivamente. Los seres sufren porque confunden las causas del sufrimiento con las causas de la felicidad y de esa manera generan su propio, prolongado y no deseado sufrimiento.

A pesar de esta confusión, nuestra verdadera naturaleza, la naturaleza de todos y cada uno de nosotros, es perfecta. Es lo que llamamos naturaleza búdica. Y sobre la base de esta naturaleza, porque ellos poseen la misma naturaleza que nosotros, es que todos los budas del pasado, presente y futuro alcanzan el despertar. No hay ningún ser, en ninguna parte, ni de ningún tipo que carezca de la naturaleza búdica. Aunque si bien, todos la tenemos, fallamos al no reconocerla. Fallamos al no reconocer lo que es, sus cualidades, su excelencia. Y en la confusión que resulta de la ausencia de reconocimiento, generamos apego, aversión e ignorancia. Y estos constituyen el mecanismo o la dinámica que nos mantiene en el Samsara. Ahora, esto, es igualmente cierto para todos nosotros, para todos los incontables seres sintientes que se encuentran inmersos en el océano del sufrimiento que llamamos Samsara. Lo único que nos hace diferentes de la mayoría de los seres sintientes es que, debido a la maduración, al mismo tiempo, de incontables cantidades de karma positivo que habíamos acumulado en vidas anteriores, hemos nacido con preciados cuerpos humanos. Nosotros tenemos la oportunidad de escuchar el buddhadharma, de encontrar maestros y practicar las enseñanzas de Buda. Debido a que tenemos esta oportunidad, tenemos la oportunidad de lograr nuestra propia liberación y la de otros. Pero al mismo tiempo, seguimos estando inmersos en este océano de sufrimiento samsárico, como lo están todos los demás seres., principalmente a través de la fuerza de nuestra fijación al yo y a todas las kleshas o aflicciones mentales que surgen de ello.

Si queremos aprovechar esta tremenda oportunidad que tenemos, esta preciosa existencia humana, el acceso a las enseñanzas y la práctica del buddhadharma, debemos comenzar con el cultivo del amor imparcial y la compasión. Cuando alguien logra un grado idéntico de compasión por todos los seres, es seguro que su práctica del Dharma resultante será a la vez auténtica y eficaz. Por lo tanto, necesitamos comenzar aumentando nuestra compasión.

Hace unos minutos dije que es esencial generar amor genuino y compasión por todos los seres. Y esto suena muy bien, pero no explica nada acerca de lo que implica, o sobre cómo hacerlo en realidad. Así que, para explicar un poco acerca de esto, observamos a otros seres que nos rodean. Observamos a muchos otros seres humanos y también observamos o podemos observar muchas diferentes especies de animales. ¿Qué están haciendo todos ellos? Y ¿por qué todos ellos están haciendo lo que están haciendo? Si examinamos nuestro comportamiento y el de otros, si examinamos el comportamiento de cada ser humano y cada ser sintiente es objeto de nuestra observación, llegaremos a la conclusión de que cualquier cosa que los seres hagan, lo hacen por una razón fundamental: la búsqueda de la felicidad. Todos nosotros, de diferentes formas, estamos buscando lo mismo. Estamos buscando ser felices, y como corolario de la felicidad, el fin o la eliminación del sufrimiento. Prueba de ello, es que todos los seres sintientes están ocupados. Todas las personas que observamos, todos los animales, insectos, peces, aves que observamos, están extremadamente ocupados. La única razón para nuestro “Estar ocupados” es que, en cualquier cosa que estemos ocupados, creemos, correcta o incorrectamente – Y voy a volver a esto–, que lo que estamos haciendo nos traerá felicidad, y terminará o disminuirá nuestro sufrimiento. El problema con nuestro ajetreo es que somos ignorantes. La mayoría de los seres son totalmente ignorantes de lo que constituye las causas de la felicidad y las causas del sufrimiento. Mucho de lo que la mayoría de los seres hacen con el fin de alcanzar la felicidad, solamente les causa un mayor sufrimiento. Y mucho de lo que los seres evitan hacer, porque creen que les traerá sufrimiento, es lo que realmente les traería felicidad.

Así que, el problema es que, mientras todos y cada uno de nosotros, igual y fundamentalmente, buscamos intensamente la felicidad y el fin del sufrimiento, casi siempre logramos lo contrario de lo que pretendemos. Casi siempre experimentamos profundos y prolongados estados de sufrimiento que nunca pretendimos experimentar. Más aún, mientras todo esto sucede, puesto que es causado por el engaño, por la ignorancia, respondemos a ello, reaccionamos a eso, envenenándonos. Reaccionamos a nuestro sufrimiento con odio, orgullo, celos, codicia, apego y aún más confusión y engaño. Así causamos nuestro propio sufrimiento, por que no sabemos lo que estamos haciendo, y en la niebla del sufrimiento generamos engaño, aflicción mental adicional, que cusan todavía más sufrimiento y progresivamente peores y peores decisiones.

Ahora estoy aquí, hablando principalmente sobre los reinos que podemos observar. Esto es cierto, por supuesto, para aquellos reinos que no podemos observar, como el reino preta, los reinos infernales y otros. Excepto que, en esos reinos, la situación inmediata es mucho peor. De hecho, peor de lo que podemos siquiera imaginar. Pero el principio es el mismo. El principio es muy simple: que todos y cada uno de los seres quieren ser felices, tanto como tú o como yo queremos ser felices. Todos y cada uno de los seres no quieren sufrir, tanto como tú o como yo no queremos sufrir. Así, el punto de partida del amor y la compasión es expandirse más allá de la limitada preocupación por ti mismo, siendo empático, siendo capaz de identificarse con los demás, extrapolando desde tu propia experiencia, tus propios sentimientos, utilizando tu propio cuerpo, sentimientos y mente, como una manera de entender los cuerpos, sentimientos y mentes de los demás, usándote a ti mismo como ejemplo para entender a los demás. Podemos empezar este análisis o estudio, pensando por qué los seres están haciendo lo que hacen podemos hacernos la misma pregunta acerca de nosotros mismos ¿Qué estoy haciendo y por qué lo estoy haciendo? ¿Qué estamos haciendo? Todo lo que hacemos forma parte de la búsqueda de la felicidad y del intento por evitar o erradicar el sufrimiento.

En términos generales, la mayoría de los seres se limita al logro de la gratificación inmediata y la liberación del sufrimiento grave en esta vida. Y si tenemos éxito al hacerlo en la medida en que esperábamos, entonces nos consideramos exitosos. Pero debido a que las formas en que buscamos nuestra propia felicidad y nuestra propia liberación del dolor y sufrimiento, son, la mayoría de las veces, profundamente inexpertas, de hecho, terminan insoportablemente llevándonos a lo contrario de lo que buscamos. Dado que, al mismo tiempo además reaccionamos ante nuestra frustración y sufrimiento con aflicciones mentales dañinas. Nos aseguramos a nosotros mismos, intentando buscar nuestra propia felicidad solamente, solo para esta vida. Nos aseguramos a nosotros mismos muchas, muchas vidas sucesivas de una miseria inimaginable en el futuro. Esto es especialmente cierto para nosotros como seres humanos. Haber nacido como un ser humano es algo maravilloso, pero también es el estado más peligroso en el Samsara.

Es maravillo ser humano porque los seres humanos tenemos el tipo particular de cuerpo y mente que nos permite hacer cosas como estudiar, practicar y entender el dharma y eventualmente alcanzar la budeidad o al menos poner un pie en el camino. Pero ser un humano es también extremadamente peligroso, porque los seres humanos pueden hacer más daño a otros, pueden participar en actos indebidos con niveles más allá de lo que puede hacer otra especie. Por tradición, en la mayoría de las sociedades se les teme a los fantasmas, espíritus, demonios, etc. Pero nunca ha habido ningún fantasma, espíritu o demonio que haga tanto daño como el que puede hacer un solo ser humano empeñado en hacerlo. Como seres humanos, tenemos el poder de infligir un daño inconmensurable, incalculable a otros. Lo que llamaos “infierno” no es otra cosa que la maduración de esa gran maldad.

Así, el principio de nuestro camino debe ser la observación y la cuidadosa selección del karma, de las acciones: desarrollar nuestra propia virtud, evitando los actos indebidos tanto como podamos, y también, la aspiración benevolente de que todos y cada uno de los otros seres hagan lo mismo. El estado mental apropiado de desear sinceramente que los seres logren la felicidad que buscan a través de participar en acciones virtuosas, que eviten el sufrimiento, a través de evitar las acciones no virtuosas que son causa del sufrimiento. Si empezamos a desarrollar amor y compasión, de esa simple forma, eventualmente crecerá, hasta que nos convirtamos en bodhisattvas, quienes, de hecho, pueden intercambiarse por otros, y hasta que nos convirtamos en aquellos que pueden practicar perfectamente las Seis Paramitas. Pero tiene que empezar con nuestro tomar responsabilidad por lo que hacemos y con nuestra aspiración benevolente de que todos los demás seres también lo hagan, por que esas dos cosas son los puntos clave en el desarrollo incluso del amor y la compasión elementales. Especialmente, la preocupación por los demás, el poner las necesidades de los demás por sobre las nuestras es esencial. Como Shantideva escribió en el Bodhicaryavatara, “Es a través del altruismo que los budas alcanzan la budeidad. Y es a través del egoísmo que los seres sintientes permanecen en el Samsara”. Hay una cita similar de distinta fuente. Cuando el mahasiddha Drukpa Kunley fue a visitar la gran imagen del Buddha en Lhasa, en lugar de postrarse ante él, primero apuntó con el dedo a la imagen y dijo “Al principio, tú y yo éramos exactamente lo mismo, pero entonces, tú fuiste diligente y alcanzaste la budeidad, y yo, fui perezoso y aún estoy en el Samsara. Por esa razón, y sólo por esa razón, ahora me postraré ante ti”.

Las circunstancias que todos nosotros disfrutamos aquí en este momento, como he mencionado, han surgido o convergen por la maduración simultánea de incontable cantidad de mérito de vidas pasadas, donde nos encontramos a nosotros mismos con fácil acceso a auténticos maestros del dharma, fácil acceso a los medios y al lugar de su práctica y con la compañía de otros que desean recorrer el mismo camino que nosotros. Si piensas en ello, estadísticamente parece imposible que cualquier ser en el Samsara pudiera jamás adquirir una oportunidad como esa. Parece imposible, y de hecho sería imposible, si no fuera por el mérito que hemos acumulado y las aspiraciones que hemos hecho.

Pero aún necesitamos abordar el tema de nuestra constante procrastinación. Todos tenemos este pensamiento: “Yo realmente debo practicar el Dharma. Es importante practicar el Dharma”.  Pero también tenemos la idea de que podemos hacerlo más tarde. El problema con esta idea es que el tiempo no se detiene. Y por cada unidad de tiempo que pasa, nuestras vidas son así mismo más cortas. Hemos estado en este salón cerca de una hora. Cada una de nuestras vidas es una hora más corta de lo que era cuando entramos al salón. El tiempo entre ahora y nuestra muerte es de una hora menos para cada uno de nosotros. Para decirlo sin rodeos, estamos cada uno, una hora más cerca de nuestra muerte de lo que estábamos. Ahora, algunos de ustedes son todavía bastante jóvenes y pueden pensar: “Sí, sí, sí, pero hay tiempo de sobra”. Ese pensamiento “Sí, sí, sí, pero hay tiempo de sobra” es en realidad el peor demonio que nos podría poseer. Es el obstáculo más severo para nuestro logro del despertar, porque no tenemos manera de saber cuánto tiempo nos queda. Sabemos que el reloj está corriendo, pero no sabemos cuánto tiempo tenemos. Si miras las noticias verás gran cantidad de gente muriendo, bebés, niños y adultos jóvenes. La única cosa que nunca verás en ningún reporte de las noticias, es que alguien vivió para siempre. Eso nunca ha pasado, ni pasará.

Y especialmente, sin importar tu edad exacta, piensa en cuantos años has vivido hasta este momento, y piensa en lo que has hecho durante esos años. ¿Cómo has gastado la mayor parte del tiempo durante los años que has vivido hasta este momento? Puedes decir “Bueno, he hecho algo de práctica del Dharma”. Y eso puede ser cierto, pero, ¿cuánto? ¿Y cuanto de ello fue auténticamente motivado por bodhichitta? En algunos casos, sin duda, tu práctica del Dharma es enorme, pero para ser honestos, en el caso de la mayoría de nosotros, consiste en un frágil entusiasmo por el Dharma, la idea de que el Dharma es básicamente algo que es bueno, aunque “no estoy realmente seguro si es cierto o no, pero es del tipo bueno, quiero decir, entre las cosas que son buenas o malas, es una cosa buena, pero no estoy realmente seguro si es cierto o no, así que no quiero invertir tanto en esto porque no estoy seguro”. Si somos honestos, aquí es donde está la mayoría de la gente. Si aquí es donde estás, si nunca has practicado el Dharma con compromiso y altruismo incondicional, me temo que tu vida hasta este momento ha sido malgastada.

Realmente tenemos que preguntarnos: “¿Qué he hecho con mi vida? ¿Cuántos de los años que he vivido los he gastado haciendo el bien y cuántos he gastado haciendo el mal?”. Si calculas la cantidad de tiempo que has vivido desde tu nacimiento hasta esta noche, imagino que en la mayoría de los casos encontrarás que la cantidad de tiempo gastada en la práctica del dharma sería menos del uno por cierto del tiempo que has estado vivo. Y la mayor parte de ese otro 99 por ciento, ha sido gastada en distracción, en lo que llamamos entretenimiento. La distracción y el entretenimiento, no son necesariamente malas acciones manifiestas, pero perpetúan ese estado de engaño que nos dejará totalmente indefensos, sin ninguna esperanza, sin ningún recurso o cualquier ayuda al momento de nuestras muertes.

Ahora, yo sé que supuestamente hablaría de las Seis Paramitas a partir de esta noche, pero sentí que era mi responsabilidad proporcionarles un contexto muy realista para ello. Porque no podemos empezar a discutir o practicar las Seis Paramitas hasta que entendamos que deben estar fundadas en bodhichitta, y antes de eso, en un sincero deseo de liberarse del Samsara. Y voy a detenerme aquí por esta sesión.

Consciencia Ecológica

Decidimos comenzar por algo que representó un cambio fundamental en nuestra forma de concebir el mundo: La conciencia ecológica y la vida natural.

¿Han notado que tratan de vender mucho “lo natural”?, con imágenes de flores, frutas brillantes, mujeres sensuales en bosques, “sabores naturales”, etc. Y a pesar de que todo ello es una pobre imitación de lo que la naturaleza puede ofrecer lo preferimos porque es más fácil y cómodo de conseguir. No nos muestran todo el proceso que hay detrás de un producto, el trabajo, energía y recursos necesarios para producirlo. La masificación de los productos cotidianos ha propiciado una vida muy ciega.

Ya no importa tanto el individuo siempre y cuando pueda seguir consumiendo lo que se le ofrece. Bombardeos publicitarios han creado necesidades cada vez más banales. Nos han hecho creer que la vagina es sucia y que los dientes tienen que oler a menta, el cabello a flores, que la comida debe durar meses enlatada, que hay que cambiar de ropa todo el tiempo, que hay que vivir con más de lo indispensable para ser feliz… Cosas realmente inútiles que se vuelven “necesarias” porque nos hacen apreciar nuestra estabilidad con base en la posesión de ellas.

Es desconcertante observar a las personas haciendo filas inmensas para comprar un chocolate, al niño que de almuerzo lleva una caja de jugo y galletas, o aquellos que tienen cinco jabones distintos. Bolsas llenas de bolsas con productos empacados.

La vida cotidiana nos obliga a llevar un ritmo acelerado, restándole tiempo a cosas como preparar la comida, para sumarlas a las redes sociales. En este proceso de cambio de industrializado a natural, es necesario detenerse a contemplar la rutina; aguantarse la vergüenza de ser juzgado como “el hippie ambientalista”; y, quizá lo más difícil, cambiar de hábitos y acostumbrarse a estos cambios.

Cuando dejamos de usar pasta dental industrial nos hacía falta esa sensación picante para sentir la boca limpia, la frescura de la que todos los comerciales hablan, ahora notamos que es precisamente esa sensación la que no nos deja sentir si estamos limpios o no.

Nos incomodaban las miradas extrañadas de los vendedores al darles nuestros recipientes y bolsas, al principio no éramos tan asertivos y varias veces terminamos con empaques y bolsas nuevos. Con el tiempo encontramos cómo pedirlo de forma educada e inapelable.

Una de las cosas más difíciles fue dejar de consumir todo lo que está empaquetado, comidas y chucherías industrializados. Aguantarse los antojos provocados por la publicidad masiva. Era muy fácil comprar comidas instantáneas, frijoles, atún, pan, jugos, etc. Ahorrábamos tiempo a costa de nuestra salud y la de nuestro entorno. Comenzamos a optar por preparar nuestros propios alimentos, cambiamos el súper por tianguis. Ahora si por algún motivo volvemos a probar aquellos productos su sabor nos disgusta.

Se trata de un proceso lento, de trabajo diario y constante. En nuestro caso, los cambios se van dando de uno por uno. No nos desprendimos de todo en un solo golpe pero los pequeños cambios que hemos hecho se han ido acumulando en un sentir de bienestar integral.

Hay quienes aseguran que los cambios que uno como individuo hace no tienen impacto en una sociedad capitalista manejada por grandes empresas, pero esto no es una guerra de uno contra el mundo. Se trata de despertar, hacerse consciente y responsable de uno mismo, de la salud propia y del cachito de mundo que nos corresponde cuidar ♥

The Fool

Stephanie Pui Mun Law . Shadowscapes Tarot

Mi cuerpo se estremece. De pronto, abrí los ojos. La luz del Sol al horizonte me deslumbró, el viento desnudando mi cuerpo y los sonidos del silencio. Pequeña muerte. Nuevo comienzo. Miré a mi alrededor y me entendí al borde del peñasco. De todos los caminos que pude escoger decidí tomar este… ¡Mira! Ese sendero me llevaba a la pradera; aquel otro, siguiendo el río, ofrece un lago hermoso de intención. Y yo, que subí montañas, que resbalé tantas veces, que perdí mis ropas y mis zapatos en el camino he llegado a este abismo. La vista es mágica. Pero el siguiente paso me hará caer, sin alas, sin control, sin destino. Esperaba encontrar recompensas al final del camino tan tortuoso. Creí entender cada paso so planear el final a mi antojo. Y heme aquí, respirando la última bocanada de aire seguro. Inhalando cada fuerza que me queda de seguir peleando contra corriente; aferrándome a un ideal que sé inalcanzable; luchando por ser quien no puedo; llenando mi mente de pensamientos infructuosos… Todo lo sostengo al grado de ser doloroso… Y, por fin, exhalo, liberando en aquel suspiro el último dejo de miedo que recorría mi ser, toda mi necesidad de controlar mi pasado y mi destino. Reconociendo, amando y honrando mi camino nunca antes transitado. Vaciándome por completo de lo que no es mío. Y por vez primera, sintiéndome en plenitud. En el borde, ya no temo, ya no lucho…  Porque, en este punto, sólo tengo dos opciones… Y el camino recorrido… Ya lo conozco…